El Deportivo Aragón de Emilio Larraz venció al Club Deportivo Ebro en un partido áspero, duro, que se allanó con los tantos de Javi Hernández y Vallejo en la primera mitad (2-1). El fútbol directo le favoreció entonces, acostumbrado ya a jugar en un campo indigno para cualquiera.
El Zaragoza retrocede a la prehistoria en un lugar de la Ciudad Deportiva en el que hay más tierra que césped. Como el juego a ras de suelo era casi un imposible, Javi Hernández tomó el mando de casi todo. Domó el partido por tierra, mar y aire. Es un central sin alardes, casi rudimentario, pero capaz de liderar al grupo en los partidos más fieros. Capitán en todos los sentidos de la palabra, fue el portavoz del equipo y el autor del primer gol del partido. Le siguió Jaime Vallejo, más discreto en los encuentros pero ejemplar en el juego. El segundo tanto llegó también en la estrategia, donde Larraz ajusta con mimo su pizarra.
Durante muchos minutos, Benedet e Isahia se coordinaron en la media. El primero tiene recorrido, manejo del cuero y posee el don de la sorpresa. Isahia es un jugador de equipo; tiene brega, lectura de los partidos y oficio. Jay exhibió entonces su potencia y Rastrojo mostró que es de los mejores regateadores que hay en cantera. Quizá Carcedo deba prestar atención a un jugador que hace su vida en el carril, con el desborde como su razón de ser. Rastrojo tiene facultades en peligro de extinción y juega sin miedos ni complejos.
La ventaja le dio al Deportivo Aragón confianza y el Ebro lo intentó con más pundonor que juego, en el final del primer tramo y en todo el segundo. Fue un bombardeo constante, pero sin demasiada fe ni tino en los centros. Solo Iván Elena encontró el premio en un barullo, hasta acortar distancias en el marcador y en el juego. No tembló en exceso el grupo de Larraz, que adiestró el partido por el camino más corto. No hubo brillo en su juego, pero sí una poderosa atención a los detalles y dominio de los tiempos. Refugiado en su guarida y más liberado con la entrada de Alberto Vaquero, convirtió su defensa en la mejor de las murallas.
El Deportivo Aragón aprende a marchas forzadas y descubre los secretos de una nueva competición. En su partido hubo más lucha que fútbol, más sentido colectivo que talento individual. Y en ese contexto, el filial del Zaragoza supo vencer en su trinchera.