El Real Zaragoza se mide esta tarde a La Ponferradina. Llega al encuentro con una intención frecuente: vencer para alcanzar un punto de inflexión. El equipo de JIM recurre a una semana tras otra a una expresión similar, sin creer que pueda agotarse. Y lo hace por una razón simple: se enfrenta una y otra vez a los mismos problemas. JIM le ha perdido un punto de fe a las formas. Quiere que su Zaragoza se estrene en La Romareda y no le importa no entender los motivos de su victoria. Así llegaron muchos triunfos del curso pasado: sin una razón aparente, más allá de la inercia, la defensa del área y la atención a los detalles. Quizá exigir un punto intermedio sea pedirle demasiado al grupo. Cuesta ver a este Zaragoza con ese equilibrio elemental; como un equipo con estilo, que piense en atacar y que sepa defenderse.
El Zaragoza bate récords de empates en Europa y no ha aprovechado aún el poder de La Romareda. Es una gran contradicción que el estadio con mejor ambiente de la categoría acoja también al peor local. Y en esa circunstancia insiste a menudo JIM. En su última comparecencia quiso dejar claro que los suyos son los que más sufren por no ganar en su estadio y que quieren lograr un triunfo en El Municipal: “La afición lleva un año sin venir al estadio y ahora tienen las puertas abiertas de par en par, ya lo pueden disfrutar. Estamos deseando ofrecerles esa victoria”.
Zaragoza y el empate
El empate recurrente proporciona una versión engañosa de la realidad. Se presta a otro tópico de este juego: “cuando no se puede ganar, sumar es importante”. A esa lección se le añade otra bien aprendida: “tenemos que hacer bueno el empate de la jornada anterior con un triunfo en la siguiente”. Pero ese mensaje habitual no esconde algunos problemas estructurales. Si revisamos los números del curso, el Zaragoza ha mostrado capacidad competitiva y rebeldía ante los marcadores. Más allá de eso, está lejos de ser un equipo ganador. Solo ha vencido en una ocasión en la temporada y solo ha ido por delante 11 minutos en los 10 partidos del curso, incluyendo un descuento generoso en Santo Domingo. Y de ese registro y de la suma de empates se extrae otro lugar común frecuente en estos días: “de 1 en 1 no da ni para salvarse”.
Quizá la gran clave de esta temporada se base en lo que suceda después de tanto empate. Si el Zaragoza pierde después de una colección de tablas sin precedentes (6 consecutivas, 7 en diez partidos), el equipo de JIM sabrá que debe pelear por aplicarse la misma “pomada” que el curso pasado. Si vence, tendrá la tentación de dar por bueno un mensaje basado en la repetición de los lemas más trillados del deporte y en la suerte del juego.
Es probable que el Zaragoza descubra después del duelo ante La Ponferradina su verdadera lucha en el curso. La primera victoria en La Romareda serviría también para vencer a las dudas y para afrontar en mejores condiciones un tramo de competición frenético.
El equipo de JIM quiere despertarse el viernes con un triunfo que repare su bloqueo en La Romareda. Descubrirá entonces que ya vive el día después del empate.