En clave Real Zaragoza, la abundancia económica no se traduce en un mejor rendimiento dentro del campo. El impulso monetario que se realiza de manera gradual desde el accionariado puede invitar a pensar que el Real Zaragoza tiene todos los recursos para firmar competitividad y talento, pero la realidad dista muchísimo de lo que dictan los números.
El conjunto aragonés finalizó el mercado veraniego con uno de los límites salariales más elevados de la categoría. La venta de Alejandro Francés ayudó a llenar de dinero las arcas zaragocistas, un dinero que se empleó para confeccionar una plantilla que no se llegó a completar durante la ventana de traspasos. En un inicio, el equipo funcionaba, pero con el paso del tiempo dejó de hacerlo hasta casi necesitar recambios en todas sus líneas. El Real Zaragoza puso toda la carne en el asador por unas piezas que por el momento no están produciendo una rentabilidad mínima. La contratación de jugadores de la talla de Ager Aketxe, Samed Bazdar, Sebastian Kosa o Iván Calero reflejan ese poder económico, pero lo que no están reflejando ellos es un rendimiento proporcional.
Por si fuera poco, el cuadro maño ha concluido el mercado invernal con un límite salarial ligeramente mayor con respecto el de septiembre. A pesar de que la venta de Iván Azón no ha supuesto demasiado incremento, se vuelve a reflejar aquello que pasó en verano: más dinero, menos calidad en plantilla. El equipo ha involucionado con el paso de la temporada y el nivel actual evidencia todavía más esa mala puntería a la hora de elegir las piezas.
Numerosos casos contrarios
Al contrario que el Real Zaragoza, hay plantillas más limitadas económicamente que están rindiendo a la perfección en la presente campaña. Conjuntos como el CD Mirandés o la SD Huesca sacan los colores a la entidad blanquilla y demuestran que con menos recursos se pueden hacer grandes cosas.