Cuando Alcaraz ha empezado a ser Alcaraz, el Zaragoza ha reaccionado. Con cada uno en su papel dentro de la estructura deportiva del equipo, las cosas pueden fluir y el Zaragoza puede salir adelante de la complicada situación en la que se encuentra. Así se ha demostrado en el Nou Estadi de Tarragona. No hay sido un partido brillante ni los blanquillos han desplegado su mejor juego, pero se ha ganado y se ha sentado el punto de inflexión necesario después de 2 meses sin sumar de tres en tres. Y todo ello ha sido posible cuando se ha renunciado a una idea inicial que, a pesar de tener una buena base, había dejado de funcionar.
El rombo estuvo bien mientras hubo jugadores que podían responder a este esquema. Así sucedió la temporada pasada o incluso, a comienzos de esta campaña antes de que las lesiones y el bajo tono físico de algunas futbolistas empezarán a afectar al equipo. Ahora estaba claro que había que hacer algo y que la idea irrenunciable de Arantegui debía quedar aparcada en virtud del estilo que Alcaraz viera más conveniente. Al fin y al cabo, quien conoce a sus jugadores en el día a día y estudia el comportamiento del rival es el míster.
Así, Alcaraz dispuso a su equipo con una defensa de 5 o lo que es lo mismo, jugó con tres centrales y dos carrileros largos que en labores ofensivas transformaban el esquema en un 3-5-2. Delmás y Lasure ganaron presencia por banda y ante ello, Alcaraz optó por cerrar atrás con Verdasca, Perone y un Nieto inédito en esta posición. Ante los numerosos errores defensivos de los centrales zaragocistas, Alcaraz quiso reforzar esta parte del equipo con un hombre más que a su vez, dotara al Zaragoza de una salida de balón mayor. Cuando el equipo estaba todavía intentando asimilar estos conceptos y desplegarlos sobre el terreno del juego, llegó el gol del Nàstic en el minuto 3 en un nuevo error defensivo de Verdasca.
Tras el 1 a 0 se vivieron momentos de imprecisiones, sin avances significativos de ninguno de los dos equipos. Con el paso de los minutos, la presencia de Eguaras, Ros y Biel en el centro del campo hizo que el Zaragoza ganase más balones. Los balones se filtraban a Pombo para que este asistiera a Gual. Una vez más, Marc Gual puso de manifiesto su escaso olfato goleador y sus dificultades para tomar decisiones rápidas que requieran de una visión global de juego. Gual se ciega, la ansiedad le puede y se centra en disparar a portería descartando cualquier otra opción por mucho mejor que sea.
Con este panorama, el gol zaragocista solo podía llegar de una forma: a balón parado y en propia puerta. Así ocurrió tras el buen saque de esquina de Ros que hizo el 1 a 1 poco antes del descanso. En la segunda mitad, el Zaragoza fue ganando presencia en el área rival pero de nuevo, el equipo acusó su nula finalización. El segundo gol, obra de Biel con un magnífico lanzamiento de falta, también tuvo que llegar a balón parado. La lectura es doble: el Zaragoza no combina lo suficiente pero al menos, ahora sí se sabe aprovechar el balón parado para desatacar los encuentros cuando estos no encuentran otra vía de escape.
El Nàstic movió la pizarra. Enrique Martín dio entrada a Manu Barreiro por el central Djetei. Por su parte, Alcaraz quitó al desacertado Gual para poner sobre el césped al recuperado Álvaro Vázquez. A partir de ahí, los tarraconenses comenzaron a colgar balones intentando ganar por alto a la defensa zaragocista. Lo consiguieron en un par de ocasiones pero ahí estaba Cristian. Alcaraz tiro de la garra de Zapater, suplente, para presionar la salida de balón del Nàstic. Con el capitán en tareas defensivas y Vázquez descolgado para intentar aprovechar su olfato goleador, el Zaragoza esperaba rematar el partido. Así lo hizo en la recta final del encuentro para que, en un clamoroso error de pase del Nàstic, Vázquez se hiciera con el balón y anotase solo (y nervioso) ante el portero rival. Con el 1 a 3, Alcaraz dio unos minutos testimoniales a Aguirre en lugar de Pombo.
Con esta victoria zaragocista, Alcaraz ha demostrado que su estilo funciona y que, por encima de sistemas y nombres en la camiseta, va a valorar el verdadero estado de forma de cada jugador. Y ello además, teniendo en cuenta como contrarrestar el juego de cada rival. Un partido que Alcaraz supo revolucionar. Un primer paso para hacer camino.