Históricamente se ha asociado Tella al mundo de las brujas. Reúne todos los requisitos para ello. Pequeño pueblo del Pirineo ubicado en lo alto de una montaña, algo aislado, bosques a su alrededor y con una emergente formación rocosa a las afueras. Hablo del Puntón de las Brujas de Tella, lugar perfecto para aquelarres. Este es parte del embrujo de Tella.
Pero todo esto pertenece a tiempos pasados, a otras creencias. Ahora, tras el Balneario de Panticosa queremos dar a conocer Tella al mundo ciclista. Y lo hacemos porque la carretera que asciende hasta allí merece la pena. Y mucho. Tiene sobrados méritos para estar entre las mejores ascensiones del norte de Aragón. Una corta ruta que conjuga exigencia y paisaje a partes iguales. La pena es la escasa dimensión del lugar. Un pequeño pueblo que difícilmente puede acoger un final de etapa que sería más que interesante.
Ascensión a Tella
La ascensión se resume pronto. Acertaremos si soltamos un: ‘ocho kilómetros al 8%’. Desde su inicio junto a Hospital de Tella, a medio camino entre Aínsa y Bielsa, hace honor a ello. Carretera estrecha y revirada, especialmente al paso por las herraduras de Cortalaviña. Continúan de la misma manera los siguientes kilómetros, sin relax para el cuerpo pero ganando espectacularidad las vistas gracias a Castillo Mayor y parte del macizo de Monte Perdido. Un poco más arriba se deja a la izquierda el desvío a la Garganta de Escuaín. También poco más adelante el famoso Dolmen de Tella, el cual podemos ver desde la bicicleta. Un último esfuerzo, una última mirada a Punta Lierga y Tella aparece ante nosotros. Poco más de ocho kilómetros duros pero que dejan una sensación de satisfacción mayúscula. Tella tiene embrujo.
Tella merece una escapada, merece ser descubierto por la comunidad ciclista. Un puerto muy atractivo, duro pero sin excesos, un puerto muy televisivo. Pero también hay que añadir que pese a tener un firme decente, sí que es una carretera a la que no le vendría nada mal un buen lavado de cara. Ya no sólo mirado desde el espectro ciclista, sino por los miles de visitantes que cada año acuden por la zona. Carreteras en estado regular, un mal endémico del Alto Aragón que sufre tanto el ciclista local como el visitante, un punto sin duda a mejorar.