Cuando no se puede ganar, un empate es positivo. Con esa mentalidad salió el Real Zaragoza al Estadio de Gran Canaria y con ese conformismo, los zaragocistas cosecharon un punto que, a priori, tampoco es mal resultado.
La parte negativa es que se podían haber sumados dos puntos más y lograr una victoria de oro. ¿Cómo? Mejorando la tan castigada finalización, potenciando la concentración defensiva y siendo ambiciosos ante un equipo que se quedó con 10 durante los últimos 15 minutos de partido.
Lo que ocurrió ante la UD Las Palmas fue fruto del miedo de ambos equipos a perder un preciado botín ante un rival directo por lograr la tranquilidad en la clasificación. El Zaragoza planteó el encuentro con un 4-4-2 en el que Pombo comenzó como pareja de Vázquez, mientras que Soro ocupaba el centro del campo junto a los ya esperados Eguaras, Zapater e Igbekeme. Nieto sustituyó de forma más que solvente la ausencia de Lasure en el lateral izquierdo.
A los blanquillos les costó encontrar espacios en los primeros minutos. El Real Zaragoza intentaba triangular en el centro del campo, incluso Delmás se sumaba a la causa, pero era complicado sobrepasar la línea defensiva de los de Paco Herrera. Los laterales estuvieron activos en ataque, pero muy carentes en defensa.
Las Palmas lo tenía fácil para sorprender a la defensa blanquilla. Verdasca hizo de las suyas en más de una ocasión, llegando el 1 a 0 tras un error del portugués en el minuto 15. Rubén Castro no perdonó. Y es que, ante jugadores de esta eficacia, no se pueden realizar concesiones.
La defensa no carbura
El sistema defensivo no funcionó y los centrales tuvieron que abarcar demasiado espacio, lo que les llevó a cometer errores de bulto, vistosos y con negativas consecuencias sobre la portería defendida por Cristian. No se puede perder de vista ni al balón ni a los rivales y el Zaragoza así lo hizo en jugadas que podían haber resultado letales. Álvaro sembraba la esperanza con el 1 a 1 al filo del descanso.
En la segunda parte, a pesar del susto inicial del gol anulado a Las Palmas, el Real Zaragoza se adueño de la posesión y se mostró mucho más fresco y dinámico. El equipo se fue adaptando al campo y al rival, desplegando un juego más cómodo con el paso a un 4-1-4-1 en el que Eguaras ayudaba a la defensa a dar salida al balón.
Pombo se situó escorado a la izquierda, por delante de Nieto, con el que hizo buenas asociaciones. Con Pombo activo por banda, las conexiones arriba mejoraron tanto con Igbekeme como con Vázquez. Linares se sumaba, saliendo desde el banquillo, al abanico de posibilidades zaragocistas para haberse llevado la victoria de tierras canarias.
La precipitación y la ansiedad volvieron a ser el punto más negativo en ataque. Con más calma y pausa, el Real Zaragoza hubiera podido trenzar mejor sus jugadas y optar por la elección de tiro más oportuna. Esto, junto a la falta de ambición demostrada en la primera mitad y el conformismo defensivo, son aspectos a corregir en un tramo de temporada que se antoja fundamental para el futuro zaragocista.