“El enemigo somos nosotros mismos”, decía Henry Mintzberg en una de sus obras. Que se lo digan a Míchel y a sus pupilos tras la derrota en Fuenlabrada. La SD Huesca se autoflageló en el Fernando Torres cuando a los cinco minutos del arranque, Josué Sá midió mal un envío desde el córner haciendo que Glauder rematara a placer sin oposición. El ‘deja vu’ de Lugo parecía sobrevolar sobre la figura del central portugués que para colmo acabó anotando un gol en propia meta.
Los errores propios están lastrando en demasía a los azulgranas y se acentúan más si cabe lejos de El Alcoraz. No sería justo crucificar únicamente a Sá, pues por suerte o por desgracia esto va de once jugadores que visten una misma camiseta. Una vez más, el balón parado como pesadilla y el sábado se juntaron el hambre con las ganas de comer: el Fuenlabrada, antes del choque, había anotado 11 goles a través del balón plantado y el Huesca había recibido 7 de la misma manera. Los locales se aprovecharon y lo ejecutaron. Simple.
Por momentos me daba la sensación de que, a nada que los hombres de Míchel hubieran estado disciplinados en defensa, el Huesca podía sacar algo positivo del Fernando Torres. Aunque solo fueran a raíz de los zarpazos que puede dar la plantilla por la excelsa calidad de la misma. Pero claro, estábamos lejos de casa donde el equipo muestra la cara más apática y donde no aparece esa claridad pero sí las dudas.
El “falso” dominio y las dos caras de la SD Huesca
El Huesca se ve incapaz de dominar los partidos como visitante. Míchel reconoció en rueda de prensa tras la derrota que a pesar de ganar en las estadísticas, el dominio era falso y el equipo siempre fue a remolque; en el marcador y en la batalla hasta la que le arrastró el Fuenlabrada.
Es vital que la imagen no cambie a domicilio. Es necesario que no se vean dos caras distintas de la moneda y es urgente rectificar de inmediato los groseros fallos lejos de El Alcoraz porque las derrotas de hoy serán lamentadas, con más índole, en unos meses. Hasta entonces, habrá que aprender de los errores. Porque estoy seguro que Míchel y su gente lo están haciendo. Y porque cuando sepan controlar a ese enemigo que llevan dentro, ganarán muchas batallas.