Luis Carbonell es uno de los jugadores más especiales que ha dado la Ciudad Deportiva en la última década. En su fútbol hay regate, improvisación y descaro. Basta revisar sus partidos de cantera para darse cuenta de que Carbonell tenía la fama que solo les corresponde a los distintos. Medias bajas, magia desde una baldosa y la poderosa sensación de que él, por sí solo, podía cambiarlo todo.
Los registros de Luis Carbonell en el fútbol de formación llamaron la atención de todo el mundo. Firmó pronto un contrato publicitario con Adidas, alcanzó la selección española en categorías inferiores y era el nombre más admirado en la quinta del 2003. De orígenes humildes, el rumor de su juego se trasladó desde el Barrio Óliver a todos los rincones de la ciudad. El Zaragoza había encontrado a un diez, al verso libre, a un artista de este juego.
Luis Carbonell, talento de la calle
Carbonell representa el talento callejero, ese tipo de juego que se aleja de los moldes y de las doctrinas de cualquier academia. Algunos de sus entrenadores de formación entendieron que a Carbonell se le podían permitir ciertas licencias. Lo hicieron por una simple razón: lo que él tiene, no se aprende; lo que él tenía, no lo tenía el resto.
Iván Martínez captó mejor que nadie su talento en los años que compartieron. El técnico aragonés le promocionó en la Youth League y, un tiempo después, le hizo debutar con el primer equipo en un momento delicado. Un año antes, ante sus primeros goles en Europa, un símbolo del club como Víctor Fernández le había dedicado unas palabras: «A los talentos hay que protegerlos. Hay que respetar sus etapas de crecimiento y maduración. Es un niño, solo tiene 16 años. Lee muy bien el fútbol, tiene cambio de ritmo y visión. Hay que ir con tranquilidad, pero le seguimos con mucho cariño».
Lesiones y una cesión sin beneficios
Carbonell tiene ahora 19 años y su progresión se ha detenido. Las lesiones de rodilla, con reiterados problemas en el menisco, han condicionado su irrupción y han retrasado el camino trazado para él. JIM desconfió de su implicación y llegó a juzgar al futbolista por su estética. Carbonell, especial fuera y dentro del campo, nunca tuvo ninguna opción real con el técnico alicantino.
Torrecilla tampoco creyó en su juego y justificó su salida aludiendo a los “hábitos” del jugador. El director deportivo firmó una cesión polémica al Real Madrid, en un acuerdo que no le ha sentado bien a nadie. Carbonell ha revivido sus problemas físicos, apenas ha competido y en el seno del club hay quien le mira como una causa perdida.
Tampoco se intuyó que Juan Carlos Carcedo tuviera una fe ciega en las posibilidades del canterano: “Estará en la pretemporada. Espero que venga en su mejor versión y que nos lo ponga difícil para decidir”. Carcedo parte de una premisa errónea: para que Carbonell brille, hay que ponérselo sencillo a él.
Si el guión de su carrera parece ya escrito, el jugador deberá cambiar los pronósticos y su destino. También por una cuestión de justicia poética. Duele que en el peor Zaragoza de siempre, un futbolista tan singular como él solo haya jugado dos ratos en el primer equipo.
Carbonell tiene un mundo por delante, pero se encuentra en un punto clave de su carrera. Para que vuelva a parecerse a sí mismo, necesita algo tan natural como valioso: un técnico sin prejuicios que le entienda y le dé cariño. Un entrenador que, simplemente, crea en su talento.