El mercado invernal se ha llenado de movimientos inesperados. Torrecilla cambió el guión sobre la marcha y decidió liberar masa salarial desde el medio del campo. Allí se dibujaba el hilo conductor del Zaragoza en sus últimos años en Segunda. A través del pase de Íñigo Eguaras o el desorden de James Igbekeme. A esas dos figuras se les añade Javi Ros, que fue un líder en la sombra hace no tanto. El fútbol y sus lesiones le han dejado sin margen en la primera plantilla y sin grandes ofertas hasta la fecha. Resiste, eso sí, Alberto Zapater, acostumbrado a ser siempre el último eslabón de casi todo. Y vuelve a hacerlo como siempre: ante la lógica y el tiempo.
Después de que ayer se confirmara la salida de James Igbekeme al Columbus Crew de la MLS, el Zaragoza se rearma en la media. Torrecilla cree en la zurda de Jaume Grau y en el recorrido al gol de Eugeni Valderrama. Son perfiles ligeramente distintos a los de Eguaras o Igbekeme, pero desde la dirección deportiva se ve el movimiento como una forma de renovar la plantilla; casi como un mero cambio de piezas.
La revolución de invierno tiene sus detractores y sus seguidores. Pero cuesta encontrar fórmulas tan perjudiciales como los traspasos o las cesiones que planea Torrecilla. Y, entre todas las críticas, hay una que es muy difícil de rebatir: el adiós que le ha ofrecido el Zaragoza a sus jugadores por los servicios prestados. Para Eguaras, el equipo aragonés eligió una fórmula poco entusiasta: “El Club agradece la profesionalidad demostrada por Eguaras durante su etapa como jugador blanquillo, al tiempo que le desea futuros éxitos profesionales”. Más breve fue el adiós de Igbekeme: “Mucha suerte, James”. Y es probable que la de Javi Ros se parezca bastante a las anteriores, sin reparar en que acumulan 432 partidos con el Zaragoza entre los tres.
Cuesta proyectar el futuro de un equipo que duda siempre de su presente. También para un lugar esencial en el juego como la media. Todo el mundo descubre la cantera como la mejor solución y los focos apuntan ahora a Francho Serrano. Pero el temor sigue siendo el mismo de siempre: el bueno será Francho, pero ¿hasta cuándo? Preguntarle a él arrojaría una conclusión. Si de él dependiera, Francho jugaría en el Zaragoza para siempre. Como si se lo hubieran preguntado a Zapater hace tiempo o ayer mismo. El joven sigue los consejos del capitán y con Petrovic, Grau o Eugeni construyen una guardia nueva. Mientras tanto, el club ya ha escrito en un tweet el final de la vieja.