Juanjo Narváez dejó hace tiempo de ser el futbolista más valorado del Real Zaragoza. En el camino, ha perdido la fe de todos, el punto de explosividad que le hacía distinto y un lugar central en la temporada. Si su puesta de largo en Zaragoza fue ilusionante, el pasado curso descubrió a un jugador apático, sin pólvora ni objetivos más allá de las faltas.
Hay que remontarse al verano pasado para entender el declive de Narváez. El Real Zaragoza negoció su salida con el Elche, pero no se alcanzó un acuerdo definitivo. El equipo alicantino llegó a ofrecer dos millones de euros, que podían ser hasta tres en función de una suma de objetivos. El Zaragoza se plantó en cuatro y Narváez, que ya se veía fuera del club, se quedó sin querer hacerlo. El Real Zaragoza creyó haber ganado, pero en realidad había perdido. Narváez interpretó que su derrota duraría solo un curso y no hizo lo suficiente para cambiar su suerte.
Narváez jugó toda la temporada con la cabeza en otra parte, sin rastro alguno de rebeldía. Y unos meses más tarde, ha obtenido una respuesta definitiva del club: la dirección deportiva no ve al colombiano con un sitio en el nuevo Zaragoza. Juanjo Narváez es ya un jugador prescindible: ha pasado de ser la pieza más cotizada a ser casi un bicho raro. Mientras rechaza ofertas del fútbol mexicano y descarta la compañía de Sabin Merino, dice en privado que quiere seguir en el fútbol español.
La solución de Narváez
Hace unas semanas, el Granada parecía el equipo mejor situado. Ahora, el colombiano vuelve a aparecer en el radar del Elche. Mientras, Narváez da los primeros pasos en la pretemporada en un club que pronto dejara de ser suyo. El colombiano espera una oferta definitiva y el Zaragoza baraja una opción amable: la rescisión de su contrato o un traspaso por una cantidad simbólica y algunos objetivos.
Hay quien cree que el equipo aragonés nunca ha construido un entorno ideal para Juanjo Narváez, incómodo en la banda y sin recursos para jugar de único punta. El resto, sus mayores detractores, consideran que un rendimiento tan pobre como el de Narváez en el curso pasado no hay un sistema que lo pueda sostener. En cualquier caso, todas las partes parecen conscientes de que el final de Narváez se acerca.
Si Zaragoza y el colombiano acabaron perdiendo en el verano pasado, ahora se espera que los dos celebren con su venta una victoria modesta.