Nano Mesa vive su mejor momento en Zaragoza, con dos tantos en dos citas distintas que pusieron de pie a La Romareda. Fueron goles singulares, en los que hubo que repetir hasta la celebración. Nadie los cantó como Nano Mesa; desatado, siempre entusiasta. En un fútbol lleno de corsés, de respuestas automáticas y de jugadores que se ciñen al guión, Nano Mesa encarna el valor de la diferencia.
Si un técnico metódico pudiera teledirigir la acción del futbolista, nunca escogería la decisión que Nano Mesa acaba tomando. El canario arriesga siempre que puede, es capaz de acertar en las situaciones más complejas y de estropearlo en el paso más sencillo. No se regula en las disputas, pelea por balones prescindibles y tras el fallo y un vaivén de gestos, lo intenta de nuevo. Y quizá ese es precisamente uno de los factores que ha seducido a La Romareda. Su insistencia y su facilidad para salir de su propio laberinto. Y, por encima de todo, la poderosa impresión de que siente al equipo.
La llegada del canario en el verano generó una gran división de opiniones. En las redes sociales circuló un vídeo de su ascenso con el Cádiz que provocó las peores sospechas. En lo estrictamente deportivo, sus mejores cifras quedaban muy lejos en el tiempo. Algunos sectores de la afición temían que su personalidad, a menudo visceral y casi siempre volcánica, pudiese impedirle rescatar sus goles en La Romareda. Sus primeros pasos en el club desdicen esos temores. Nano Mesa ha encontrado el abrigo de su técnico, la confianza de la dirección deportiva y una gran sintonía con los compañeros. Y su adaptación tiene que ver con un factor anímico absolutamente esencial. Nano Mesa tiene exactamente lo que siempre ha necesitado: el cariño de la grada.
Los goles liberan a Nano Mesa
𝐍𝐚𝐧𝐨 𝐫𝐞𝐩𝐢𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐜𝐚𝐬𝐚 💙🏟️
📐 Asistencia magistral de @alejafranto y definición con mucha clase de @NanoMesa22 🎩#RealZaragozaRealSporting | #VamosRZ 🦁 pic.twitter.com/5mjO3WfP7i
— Real Zaragoza 🦁🤍💙 (@RealZaragoza) November 9, 2021
Frente al Sporting de Gijón mezcló sus dos perfiles. Se contuvo en el primer acto, eligió con pausa y elevó sus registros en el juego. Alcanzó un porcentaje muy superior en sus pases (un 82% frente al 68% habitual), escogió mejor sus regates (3 desbordes frente a sus 0´8 de media), se moderó en las disputas y entendió mejor el fútbol entre las líneas. Si durante el primer acto fue un ciudadano ejemplar, en la segunda mitad, se libró de sus modales. En ese tramo de partido, fue más Nano Mesa que nunca. Pidió a gritos la amarilla y el pase en profundidad de Alejandro Francés. Vivo, impulsivo y veloz, el Sporting no pudo descifrar su carrera. Liberado tras el tanto ante el Mirandés, resolvió con un regate a Mariño. A su definición le añadió toda la pausa que le faltó en las ocasiones falladas al inicio del curso. Su festejo tras la revisión mostró sus ganas de ser importante en este grupo y la rabia de quien no quiere reprimir sus emociones.
La Romareda disfruta de un futbolista de carne y hueso, que vive en una constante batalla interna; en una carrera desatada entre sus errores y sus aciertos. En un fútbol lleno de robots que ni sienten ni padecen, el canario sigue sus primeros instintos.
Es probable que en su mayor vicio se esconda también una virtud. Quizá lo mejor de Nano Mesa sea que nadie ha podido cambiarlo.