Para un Real Zaragoza donde, individualmente, el regate brilla por su ausencia, las últimas semanas han sido una prueba irrefutable de que, en conjunto, es un regateador de élite. Obligado por una serie de condicionantes muy concretos, el conjunto aragonés ha superado per se cualquier obstáculo: la expulsión de Alarcón en Gijón, la lesión de Azón ante la Ponferradina, los contratiempos físicos de Mollejo y Bermejo en Andorra… En sí, la enfermería es un problema crónico que este año afecta de lleno al ataque.
Y es que, realmente, el panorama ha cambiado de forma radical en dos semanas. El Real Zaragoza ha pasado de alinear ante la Ponferradina a un frente ofensivo de gala con Mollejo, Bermejo, Simeone y Azón a plantear el choque frente al Deportivo Alavés únicamente con Giuliano disponible de ese grupo de atacantes.
A la lesión muscular de Azón, se le sumaron tras el duelo en el Principado un problema de tobillo de Mollejo que pone en jaque su temporada y un golpe de Bermejo que le hará ser baja para el duelo del próximo sábado. De un plumazo, sus teóricos extremos titulares caen en combate.
El Real Zaragoza pierde con el canterano del Atlético de Madrid un activo capital a nivel estructural. Principalmente porque el juego del ‘28’ reúne lo que el plan de Escribá exige a sus delanteros: rupturas al espacio, verticalidad, garra y dinamismo. También al balón de oxígeno que ha sido durante toda la campaña, pues su reconversión en la doble punta permitió no acelerar la recuperación de Iván Azón y ganar tiempo.
Las soluciones de Escribá
Pese a que lo coherente sería mirar a la Ciudad Deportiva para conseguir reemplazos, Escribá ya ha demostrado no ser un gran valedor de la cantera. Surgió la oportunidad de abrirle la puerta a Marcos Luna (incluso Juan Sebastián, Borge, Jay) en el carril diestro y no lo hizo. Pudo convocar a Guillem Naranjo en periodos de escasez de delanteros y tampoco.
No obstante, su apuesta para completar los entrenamientos ha sido Pau Sans. El delantero del División de Honor Juvenil, segundo máximo goleador nacional en dicha categoría, acumula ya varias sesiones de preparación con el primer equipo y podría entrar en la terna de sustitutos. Además, el club acometerá su renovación por cuatro temporadas en una clara declaración de intenciones.
Entre Puches, Bebés, Paus y Naranjos, no hay que olvidarnos de Gueye, que sigue ahí. La Romareda dictó sentencia el otro día y el senegalés, a pesar de que no claudica, ha demostrado que no alcanza el nivel ni de la categoría ni del club al que representa. Escribá no ha dudado en darle cancha en anteriores partidos, lo ha defendido a capa y espada en rueda de prensa y le ha mandado mensajes muy en su línea, claros y concisos: “Su temporada está siendo mala”.