Después de una semana de reflexión, la SD Huesca llegaba a Valladolid con la esperanza de lograr una victoria que apagara el fuego en la parroquia azulgrana. La buena segunda parte frente al Girona dio luz a una plantilla que tenía las ganas de reivindicarse frente a un rival de “su liga” como los pucelanos. Las ganas y la fe no fueron suficientes para sacar algo positivo del José Zorrilla y los pupilos de Leo Franco cosecharon una nueva derrota. Con el de ayer ya son 7 partidos sin ganar y la necesidad de sumar se hace cada día más imperiosa.
La sangría defensiva en el equipo oscense parece no tener fin. El gol de Rubén Alcaraz en el minuto 28 servía, una vez más, para que el Huesca no pudiese dejar la puerta a cero. Hasta el momento, los de Leo Franco tienen dicha tarea pendiente, y es que siempre han encajado en los 8 partidos disputados en la competición. A todo ello se le suma otra asignatura por resolver: anotar gol. De estos primeros 8 encuentros, en 4 de ellos –Rayo Vallecano, Real Sociedad, Atlético de Madrid y Valladolid- los azulgranas no ha logrado ver puerta.
Los datos negativos son una muestra más de que el Huesca no carbura bien y que le cuesta conseguir los resultados deseados. La pobre imagen de la primera parte frente al Valladolid fue una evidencia de las carencias que poseen, en estos momentos, jugadores y cuerpo técnico. Desdibujados y sin alma, los altoaragoneses se fueron de Pucela con las manos vacías y dormirán como colistas las dos próximas semanas en las que se producirá el parón por selecciones.