El más pequeño de la clase, el más inofensivo de su instituto, el más inocente del barrio. Cóctel perfecto para ser víctima del famoso y siempre despreciado y despreciable bullying. Así siento que se está tratando al Huesca. Porque piensan muchos que difamando, ultrajando, menospreciando, insultando y humillando a la Sociedad Deportiva Huesca se harán más poderosos o quizá, quieran esconder sus miserias o algunas culpas y en algún caso conseguir un me gusta más en las redes sociales o ganar algún nuevo y desprevenido e inocente seguidor. Quería permanecer al margen de este farragoso tema “Oikos “, pero no puedo callar más pues la injusticia con el club es infame y las horas de gloria de algunos periodistas son canallas.
De saber muy poquito de fútbol se han doctorado, en este último mes, en abogados y jueces, lanzando comentaros a la ligera y juicios totalmente desatinados y desafortunados. Es verdad que hay que llenar horas de radio, caracteres en los periódicos y minutos en la televisión. Pero señores, esto es serio. No se puede jugar con el nombre de un equipo, de una ciudad, de una provincia simplemente por cumplir, salir del paso o, como ya dije antes, ganar algún ‘fan’ más.
Espero y deseo que esta historia tenga un final justo y feliz y que la vida deje a las personas, a las instituciones y a las cosas en su sitio. Anhelo que esta rara y disparatada situación de abuso sobre el papel del débil o no poderoso equipo alto aragonés, llegué a buen puerto y podamos hablar pronto de fútbol con más o menos talento y conocimiento. De todas formas, recuperar temas como la preparación de una ilusionante temporada, los fichajes, las altas y bajas, del ADN del equipo de Míchel o la nueva identidad de esta versión 2019/20 de la siempre orgullosa y digna Sociedad Deportiva Huesca, se antoja ya necesario.
Viva el fútbol, la justicia y los medios de comunicación y periodistas de bien. Parece que son pocos, pero los hay.
Carlos F. Reyes