El Real Zaragoza perdió los tres puntos en El Molinón y también algunas de sus piezas para el duelo ante la SD Ponferradina. Las expulsiones de Carlos Nieto y Tomás Alarcón y las sanciones de Valentín Vada y Jair Amador limitan las opciones de Fran Escribá, que deberá dibujar un Zaragoza distinto a todos los anteriores. En el perfil diestro, la baja de Fran Gámez le dio la titularidad a Gaizka Larrazabal. El futbolista vasco vive en la mitad de la nada, por mucho que en ocasiones amague con acercarse al todo. Sin desborde para jugar como extremo ni rigor para el lugar del lateral, la afición le ve como una causa perdida.
En su sitio y a su sombra aparece Marcos Luna, al que se le ha adjudicado el cartel de promesa. Largo, veloz y elegante, el canterano solo ha tenido los minutos de su debut. Frente al Villarreal B mostró que en su fútbol no hay complejos y sí valentía. Pero sin que mediara una razón demasiado clara, Luna no ha vuelto a disputar minutos con el primer equipo. Escribá y Carcedo ensayaron antes con Larrazabal o Francés, sin contar con un jugador hecho a la medida exacta de ese puesto, válido como fondista y eficaz como esprinter.
Marcos Luna espera paciente mientras otros talentos de la categoría juegan con regularidad. Si Dani Queipo, el fino trequartista del Sporting, pudo ganar el duelo del Molinón por su cuenta es porque un entrenador se atrevió a arriesgar con él. El Zaragoza esquiva de momento ese plan estratégico con Luna y con otras de sus opciones. En un equipo sin regate ni remate, tampoco han tenido tiempo dos especialistas en cada una de las suertes: Jorge Rastrojo y Guillem Naranjo. El primero dribla, centra y se atreve. El segundo ha marcado en el filial todos los goles que Pape Gueye no encuentra.
La renovación de Marcos Luna sirvió para espantar a algunos de los equipos que pretendían su fichaje. Entre ellos apareció el Barcelona, que le había sufrido en la División de Honor Juvenil el año anterior. Una vez que el Zaragoza ató su continuidad, Luna ha vivido los siguientes meses en una posición delicada y cruel. En estado de espera. A caballo entre el primer equipo y el filial, en uno de esos lugares que pueden paralizar las progresiones. Mientras él aguarda su turno, desde el cuerpo técnico estudian sus cualidades en el día a día. Poderoso en carrera, sobrio en el marcaje individual y hábil en el cara a cara, sus condiciones merecen ya una apuesta decidida de su técnico.
Escribá ha prescindido hasta el momento del mejor recambio de Fran Gámez, de un defensor moderno y veloz. Sus formadores intuyen que el zaragozano puede llenar la banda en la próxima década. El Zaragoza, mientras tanto, tiene en su banquillo al lateral de las mil lunas.
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