ZARAGOZA | Germán Valera completó su mejor partido en el Ciutat de Valencia. Por primera vez en mucho tiempo, eligió la pista del desborde, el riesgo y la valentía. Especialmente inspirado en la segunda mitad, diseñó túneles entre las piernas de sus rivales. Ganó el pasillo interior, desbordó y pudo correr.
La trayectoria de Valera está plagada de equipos y de promesas. Procedente del Atlético de Madrid, con solo 22 años ha alternado cesiones en Tenerife, Real Sociedad, Andorra y Zaragoza. Siempre ha dado la impresión de ser un futbolista desequilibrante, capaz de cambiarlo todo. Pero un análisis detallado de sus números demuestra que es mejor en los reels que en los partidos, que su fútbol es más ilusionante que definitivo.
“Mi asignatura pendiente son los números y las estadísticas”, dijo en su última comparecencia. No es para menos. La cifra más alta de Valera son los 2 goles que marcó en Andorra y Tenerife. En Zaragoza ha vivido una temporada irregular: explosivo a veces, tímido otras. Una lesión le detuvo en su mejor momento y, a pesar de algunos picos, siempre ha estado muy lejos del futbolista que esperábamos ver. Especialmente preocupante fue su nivel en los últimos partidos de Velázquez y en los primeros de Víctor Fernández. Durante un tiempo, dejó de intentarlo, se conformó con poco, renunció a ser el chupón que siempre ha sido. Ahora, las impresiones que deja su juego son otras.
Tras asistir frente al Tenerife, vimos un jugador distinto ante el Levante. Dueño del desborde, proyectó los mejores momentos del Real Zaragoza en la segunda parte. Liberado de la banda, en el espacio concreto que dejaban los volantes, pudo atacar el intervalo entre central y lateral. Allí se le vio veloz y potente, lúcido. Espoleado por Víctor, volvió a confiar en sus virtudes, en el don que mejor le define y una cualidad que escasea: el regate.
El técnico siempre entendió el talento y le dio herramientas que le hacen crecer: libertad, riesgo y valentía. Las tres cosas coincidieron en la zurda de Valera. El murciano progresó en el juego, por mucho que no lograra transformar todas sus ocasiones en remates. La producción parece su salto definitivo, el cambio que hará evolucionar su carrera para siempre. Pero en Valencia celebró su recuperación. Su mejor regate llegó cuando se atrevió a intentarlo de nuevo. Cuando quiso parecerse a sí mismo.