Mucho se especula en los últimos días acerca del futuro del eterno capitán de la SD Huesca, Juanjo Camacho, y lo cierto es que su final deportivo sobre el césped merece estar a la altura de su trayectoria. Las despedidas siempre son dolorosas, algunas tienen tintes dramáticos, otras sientan como puñales clavados a traición, las hay emotivas, románticas e incluso melancólicas.
La SD Huesca tiene ante sí, una papeleta sencilla, demasiado sencilla a mi juicio. La palabra del jugador debe ser la que prime. Si las fuerzas son las de continuar, el club debe facilitar las cosas para que Juanjo interprete su último vals con la elástica azulgrana. Jugar en Primera División es el sueño de cualquier futbolista y quien mejor y con más profesionalidad se ha ganado este reconocimiento es él, nuestro eterno capitán.
Luego podremos debatir cuál será su papel en una plantilla que va a sufrir una exigencia física y competitiva muy superior a la de temporadas pasadas, pero no se me ocurre una persona mejor que conozca todos los secretos de ese vestuario. Puede ser de gran importancia para Leo y sus ayudantes, máxime cuando a sus espaldas recae el honor de ser el jugador que más veces ha vestido su camiseta y el máximo goleador de toda su historia.
Se ha ganado el derecho a decidir qué quiere y cómo lo quiere. No veo capaz a Juanjo de anteponer sus intereses personales a los intereses de la entidad cuando además es bien sabido por todos que su vinculación no terminará aquí. Atrás queda su implicación, su entrega, sus goles y sus 11 años al servicio de la entidad. Ambos han crecido juntos y se han equivocado juntos. Han sido el matrimonio perfecto, con reticencias, con algún que otro coqueteo, pero a la postre felices e implicados por un mismo sueño.
Éste ha llegado y la decisión por encima de todas la debe tener el jugador, él es quien mejor se conoce y el club sólo puede que dejarle decidir. Haga lo que haga debe ser entendido como un ejercicio de responsabilidad, de crecimiento como club, como entidad, aportando valores e identificando con el aficionado a las personas que con su aportación han ayudado a germinar esta preciosa semilla. Ellos son patrimonio del club, y Juanjo, debe tener un sitio importante en su historia. La decisión nunca puede ser condicionada y sea la que sea, debe llevar detrás una despedida a la altura que se merece. Un futbolista lo es hasta que muere. Dejemos que Juanjo decida hasta cuándo se quiere ajustar su última bota.