Juan Carlos Carcedo ha sorprendido a los futbolistas de la primera plantilla por su cercanía y su exigencia en los entrenamientos. El técnico vive en Zaragoza su primera gran oportunidad en solitario. Metódico, cree que el fútbol es una valiosa suma de detalles. Si siempre destacó como un especialista defensivo y como un experto en la estrategia, Carcedo ha implantado un método distinto en Zaragoza. En las semanas que lleva al frente del equipo aragonés, el trabajo está siendo estricto, pero siempre vinculado al ejercicio con balón.
Los jugadores de la primera plantilla acumulan grandes cargas de trabajo físico. Incluso a los más veteranos del grupo les ha sorprendido el nivel de exigencia física que Carcedo pide para los suyos. Controla cada detalle y no deja ningún punto de los entrenamientos al azar, con sus botas negras y su aspecto de profesor actualizado. Y supedita todo a la actividad con balón, al desarrollo de muchos esfuerzos de alta intensidad. Están siendo frecuentes las prácticas en espacios reducidos y los ejercicios de ataque-defensa a una velocidad frenética. Es normal en esta fase del curso, pero los futbolistas están felices de ver sus progresos en poco tiempo y tremendamente cansados al final de las jornadas.
El calendario se comprime tanto que el desarrollo de una idea parece que solo tiene lugar en las pretemporadas. En plena competición, las semanas sirven más bien para pulir detalles. Por eso, Juan Carlos Carcedo aprovecha el tiempo y parece feliz ante la ocasión. Sorprendido por los registros físicos de Carbonell o el nivel de responsabilidad de los canteranos (Francho Serrano, Iván Azón, Alejandro Francés y Miguel Puche), el técnico programa los entrenamientos y presta atención a cada matiz. Amable y directo en el trato personal, los jugadores sienten que iniciarán el curso en mejores condiciones que el año pasado. Entre otras cosas, porque el progreso físico que con JIM solo intuían ahora se ha hecho evidente con Carcedo.
Si el Zaragoza anterior se entendía desde la solidez defensiva, Juan Carlos Carcedo quiere que el suyo sea un equipo vertical, capaz de progresar con balón, pero que domine las transiciones y se construya mejor a la carrera. Ahí residen las líneas maestras de su idea, las nociones de un técnico actual, que quiere ser un lector de la pizarra y sus secretos. En esa dirección se ven los primeros pasos del método Carcedo.