ZARAGOZA | El Real Zaragoza empató en Ipurúa, en un partido raro, en el que no supo aprovechar su ventaja numérica ni la que había escrito en el marcador. Jugó de un modo serio y constante, pero le faltó ambición y piernas para matar el partido cuando estaba en sus manos. El Eibar mostró madera de líder e hizo que el Zaragoza retrocediera. En ese punto del partido, cuando el equipo de Escribá pensaba en correr a su espalda, se encontró con un problema a sus pies. El guión del partido se alteró con la ventaja: la seriedad de casi siempre pareció contraproducente. El Zaragoza tuvo entonces miedo a vencer. Álvaro Tejero igualó el gol de Jair Amador y el milagro acabó en empate.
Cristian Álvarez (6´5): Estuvo firme y voló, elástico, en la primera mitad. Resolvió casi todo, por alto y por bajo, pero Tejero encontró el gol del empate entre sus piernas.
Fran Gámez (5´5): Jugó un partido irregular. Estuvo muchas veces casi bien y mal en muchas otras. Se perdió en regates cuando la jugada pedía agilidad, pero realizó algún corte oportuno, casi trascendental. La entrada de Ríos Reina le hizo sufrir en el último tramo.
Lluís López (5´5): Defendió hacia adelante en la primera fase del juego, pero perdió la referencia de Stoichkov, cómodo siempre entre las líneas. La ventaja, como a todo el Zaragoza, le hizo menguar.
Jair Amador (7´5): Marcó el gol del Zaragoza, con un recurso extraño y eficaz. Desde el suelo, planeó una palanca que permitió soñar durante un buen rato. Estuvo firme en la defensa del área, férreo en el centro lateral.
Carlos Nieto (6´5): Mantuvo una línea muy convincente y eso que la marca de José Corpas no era sencilla. Le ganó muchas de las batallas y jugó un partido correcto, sin fisuras. El gol del empate llegó por su banda, pero la responsabilidad no fue suya.
Jaume Grau (6´5): Elegante, levantó la cabeza y le puso pausa y sensatez al juego. Si durante muchos minutos había sido la referencia del grupo, perdió voz en la recta final del encuentro.
Francho Serrano (6´5): Correoso y batallador, se empleó en todas las disputas y corrió como solo él sabe hacerlo. Le faltó un punto de lucidez en los últimos metros, pero agotó el cuentakilómetros.
Sergio Bermejo (5): Sigue fino en el regate, pero no vivió su noche. Tanto que le sobró confianza en alguna fase del juego y suspiró cuando el árbitro anuló su penalti. En Ipurúa no pudo mantener su cadencia goleadora y le sobró un toque muchas veces. Le faltó claridad en la víspera de su remate. Quedó mal parado en el gol del empate.
Tiago Bebé (6´5): El gol del Zaragoza fue un invento suyo, con un regate que sacó de punto a Rahmani. Acertó en el centro definitivo y, luego, probó fortuna con sus disparos de siempre. En la segunda mitad, descuidó la marca de Tejero y apareció en la fotografía del empate.
Giuliano Simeone (7): No negoció ninguna de las disputas y provocó la expulsión de Vadillo. Dejó el estadio con varias señales de guerra, convertido en el saco de todos los golpes. Mostró pronto su velocidad y su regate, pero el Zaragoza no le encontró cuando todo le favorecía.
Iván Azón (6): Guerrero y batallador, ofreció una salida siempre, pero no tuvo grandes oportunidades en las áreas. Volvió a ser un jugador de equipo esencial.
Cambios del Real Zaragoza:
Alberto Zapater (5´5): Generoso en el esfuerzo, corrió para reducir los espacios, luchó para anular los huecos. Le faltaron recursos para bajar el balón al suelo.
Valentín Vada (5): Implicado en las disputas, confuso en el juego.
Pape Gueye (5´5): Estuvo más lúcido con el balón en los pies, pero nunca pareció apareció en el lugar de los remates.
Miguel Puche (SC): Escribá le dio un descuento largo y el canterano solo pudo ofrecer su pelea.
Gaizka Larrazabal (SC): Relegado al lugar de los secundarios, su técnico le utilizó para reforzar el carril y para guardar la marca de Ríos Reina.
Entrenador:
Fran Escribá (6): Acertó en el planteamiento y su equipo mostró ambición y buen fútbol en la puesta en escena. Cuando el Eibar se había impuesto en el juego, el Zaragoza golpeó al filo del descanso. Su grupo mostró rigor competitivo durante muchos minutos, pero dejó escapar una gran oportunidad en Ipurúa. Con la ventaja, no interpretó bien el partido y cedió metros que significaron el empate. El Eibar compensó la inferioridad numérica con su arrebato y el Zaragoza pierde pie y fe en su milagro. Solo resta una receta: la victoria en el día a día.