San Felices de Buelna, en la Cantabria interior, tuvo en la generación de 1983 un ramillete de excelentes jugadores de balonmano. Su equipo cadete lo conformaron tipos como Marco Mira, Óscar Perales y Carlos Gómez. Para un pueblo de unos 10.000 habitantes ser capaces de armar un equipo competitivo a nivel nacional no fue fácil. Y su equipo cadete consiguió ser cuarto de España. Se codeó con Granollers y el Handball Barcelona. Casi nada. La amistad de ese grupo se mantiene. Y no es de extrañar que con ese logro se llamen Míticos. Uno de ellos, el ‘oscense’ Marco Mira se volverá a juntar con ellos con la etiqueta de exprofesional, pero siempre con el balonmano por bandera.
Marco Mira anunció el pasado jueves, con la sobriedad de todo buen montañés, que dejaba el balonmano profesional. Ponía el broche a 359 partidos y 365 goles, tal como recoge @NumerosdeDavid. Datos que sorprende al propio Mira -“goles para tapar bocas”, dice entre risas- en una historia que empezó a escribir en la temporada 2003/04 en Primera Nacional. El anuncio de su retirada fue respondido en redes con numerosas muestras de cariño. De amigos de toda la vida, de rivales de toda la vida, también, y de aficionados.
El duro defensa del BM Huesca se siente querido. Por gentes del balonmano y de fuera de este deporte. Por aficionados que siempre lo han visto como el jugador que lo da todo sobre el 40×20. A veces es lo único que se pide desde la grada. Darlo todo. Nada más y nada menos.
Defensor específico, sonríe cuando se le dice que sus mejores fotos son celebrando un gol o lanzando desde 6 metros. Sonríe, eso sí, lo justo. “Siempre es más espectacular que dos tíos ‘pegándose’”, suelta. Sabe que lo pasará mal cuando vuelva al Palacio y lo haga vestido de calle. Con una mueca responde cuando se le dice si le entrarán ganas de bajar al parquet si no aprieta el equipo en defensa y desliza que el gusanillo de enseñar este deporte a los más pequeños le gusta. Ya lo ha hecho. Tampoco lo descarta en un futuro para el que no marca horizonte. En el club nadie le ha dicho nada, pero tampoco extrañaría que en un ‘más adelante’ contaran con él.
La retirada la iba mascando desde que sacó la plaza de Policía Local. Monzón es su destino. Los horarios lo hacen incompatible con el balonmano de elite cuando, además, la integridad forma parte de tu tarjeta de presentación. Si se está, se está. Y los horarios, la familia, los entrenamientos para seguir en la Asobal, estudiar para tener plaza en Huesca, la familia, obligaban a un descarte. Y el balonmano era el más claro.
A los 37 años, Marco Mira cierra una etapa en el BM Huesca donde ha pasado más buenos que malos momentos y abre con fuerza otra. Irá al Palacio cuando las obligaciones no se lo impidan y lo pasará mal, reconoce, porque cuando has forjado tu vida con la pega, le has dedicado tanto tiempo y es tu pasión, seguro que habrá partidos en los que deseará bajar al 40×20 y mandar sobre la defensa.