Gaizka Larrazabal nunca ha convencido a La Romareda. En su fútbol hay carrera e intención, pero poca efectividad. El extremo vasco decepcionó en su primer año en Zaragoza y la dirección deportiva le buscó un lugar en el Amorebieta. Allí destacó como carrilero, en una posición que no existe en el plan de Carcedo. Después de un nuevo inicio en la sombra, frente al Villarreal B encontró una pista por su banda. Acertó en un centro medido sobre Azón y fabricó el gol de Alberto Zapater con una conducción aparatosa y un pase entre líneas.
Todo pudo salir mal en ese descuento, cuando estuvo al borde del tropiezo. Pero, por primera vez en Zaragoza, supo cerrar con éxito una jugada que él mismo había empezado. La suerte del fútbol, que siempre le había esquivado en La Romareda, le sonrió en el momento de la verdad. Ahora, Carcedo le considera para su once, entre otras cosas porque el nivel de Gámez le ha abierto todas las opciones. Desde el cuerpo técnico contemplan también una sociedad interesante con Marcos Luna, al que le sentaron bien las luces del estreno.
La historia de Gaizka Larrazabal y el Real Zaragoza es un viaje de ida y vuelta. Lalo Arantegui tuvo apalabrado su fichaje en 2020, cuando Larra venía camino de La Romareda. El futbolista se arrepintió en el último momento y aplazó su llegada hasta el verano siguiente. En su primer curso en Zaragoza, nada le salió bien. La cesión en Amorebieta le convirtió en un futbolista con más valor para la categoría. Trabajó su cuerpo, mejoró en lo táctico y regresó a Zaragoza con la intención de ser una pieza estratégica. Hasta el momento le ha perjudicado el sistema y su rigor defensivo. Le faltan conceptos para el marcaje y pausa para afrontar el cuerpo a cuerpo. El curso de la competición ha mostrado que su lugar no es el lateral, sino el sitio del extremo.
Gaizka Larrazabal necesitaba una acción feliz para volver a creer en sí mismo. La encontró ante el Villarreal B y desde el cuerpo técnico creen que servirá para cambiar su suerte en Zaragoza. La Romareda espera que su aparición desde el banquillo no sea un acontecimiento excepcional. Y el jugador tiene todo a su favor para que ocurra algo que desea desde hace tiempo: que este sea su momento.