Hacerse un hueco en el Real Zaragoza no es tarea fácil. Al contrario que en años anteriores, el listón para jugar en el Zaragoza de Víctor Fernández se ha elevado. A pesar de no contar con una plantilla excesivamente amplia, el técnico aragonés sabe que tiene mimbres más que suficientes como para mantener viva la competitividad en todos los puestos. Sin embargo, hay varios jugadores con los que Víctor cuenta por encima de todos. Las paradas de Cristian. La solidez defensiva de Atienza. La progresión de Nieto. Los goles de Luis Suárez. Y la omnipresencia de Guti. Un Guti, que pese a volver de una lesión de larga duración, se ha convertido en el ojito derecho del entrenador.
Las dos caras del deporte
A sus 22 años, el canterano ya ha visto la cara más negra del deporte. Ha visto como una grave lesión le mantenía al margen de los terrenos de juego, visitando más clínicas que vestuarios. Ahora, con esta desagradable situación olvidada, Guti está viendo la otra cara del deporte. La que te sonríe cuando todo va sobre ruedas. Tras un inicio de temporada fulgurante del Real Zaragoza, Guti se ha convertido en un fijo, disputando casi todos los minutos y siendo pieza clave en todos ellos. Especialmente en los últimos encuentros, cuando el equipo más sufrió y donde emergió su figura como sostén de un Real Zaragoza que parecía resquebrajarse por momentos.
En una constante evolución, Guti ha ido cobrando protagonismo, sobre todo en labores defensivas. Su pundonor ha hecho que La Romareda rompiera a aplaudir tras varias acciones en las que se cruzó el campo para acabar haciendo su labor. Y la de sus compañeros. Pero Guti es mucho más que entrega y sacrificio. Además de ser un excelente recuperador, ha demostrado desenvolverse a la perfección en el orden y elaboración de las jugadas. Con Carlos Vigaray como socio predilecto, la banda derecha zaragocista fue un auténtico dolor de muelas para las defensas rivales antes de la lesión del lateral. Su buen juego combinativo está siendo clave en la mayoría de jugadas de ataque zaragocistas. Tanto o más que sus aportaciones en la fase final. Su gol ante el Málaga dio al Real Zaragoza un más que merecido punto, al igual que su gol y asistencia la temporada pasada. Ambos dieron los tres puntos.
¿Es Guti un “box to box”?
La expresión inglesa “box to box“, traducida literalmente como “de caja a caja” es, hoy en día, una distinción a la que pocos centrocampistas pueden optar. La caja, hace referencia al área. Y es por ello que la expresión se atribuye a aquellos jugadores con la capacidad de pisar ambas áreas. A aquel jugador que habiendo recuperado el balón en área propia es capaz de finalizar la jugada en posiciones muy adelantadas. De este distintivo —porque cada día se convierte en más exclusivo— pocos pueden presumir. Pocos son capaces de tener una condición física que les permita soportar un ritmo tan alto durante los 90 minutos y abarcar una cantidad de campo tan grande. Y es esto mismo lo que hace a Guti tan especial. El joven canterano, dotado de un poderío físico envidiable está mostrando una omnipresencia asombrosa y está siendo decisivo en ambos extremos del campo.
Es por esta razón, por la que Guti se ha convertido en el ojito derecho de Víctor. Eguaras, en su función de organizador, y Ros e Igbekeme en la de recuperación, necesitan de un escudero. Necesitan de alguien que les cubra la espalda en defensa y que les proporcione líneas de pase en ataque. Parece evidente que en el medio del campo hay una competencia brutal. Tan evidente como que Raúl Guti rotará lo justo como para servirse de un descanso que le permita estar en óptimas condiciones para los próximos compromisos.
La polivalencia de Guti, al servicio de Víctor
Todo entrenador desea contar con jugadores polivalentes que puedan cumplir con varios roles en distintos momentos de un partido. La lesión de Vigaray en el último encuentro ante el Cádiz y la no presencia de laterales en el banquillo obligó a Víctor a hacer malabarismos para reordenar sus piezas. Dando entrada a Guitián, el técnico optó por una línea de tres centrales con dos carrileros por delante. De nuevo, Víctor eligió a Guti para tapar el costado derecho. Cumplió con nota y evitó el peligro constante que suponía la velocidad de los puntas del Cádiz. Pero avanzada la segunda mitad, Víctor hizo cambios, volviendo a recolocar a Guti en el centro del campo. Nuevo cambio de posición. Y nuevo aprobado con creces. Quizá fue el único a la altura de un partido que exigía el máximo de todos.
Tras nueve jornadas disputadas, Guti ha demostrado que sus problemas físicos han quedado atrás. Ha demostrado que su presencia es obligada y que su futuro, dentro del Real Zaragoza, también lo debe ser. Hablar de hipotéticos ascensos es arriesgado. Pero también lo es no hacerlo. La Segunda División se le está quedando pequeña a un chico que parece predestinado a portar sobre su brazo el distintivo de capitán del Real Zaragoza en la máxima categoría del fútbol español. Porque hay mimbres y porque los seguirá habiendo —basta con observar el gran papel del División de Honor Juvenil— dentro de unos años. Porque ascender significará mantener un bloque cuyo futuro líder está creciendo día tras día. Víctor lo sabe. Es su ojito derecho.