Si hay un partido que marca la dinámica de este Bada Huesca es con el que abrió la segunda vuelta de la Asobal 2019/20. BM Sinfín era el ogro que llamó a la puerta. Incidir en las lesiones para justificar el rendimiento de la primera vuelta es tan real como cansado. Enero sirvió para sacudirse los miedos, ajustar las piezas con la mini pretemporada, sumar al grupo la veteranía y calidad de Tioumentsev por un Ostojic, que siempre apuntó maneras pero no las terminó de ejecutar, y que Joao Pinto entrara en el grupo tras meses aciagos, sí, por las lesiones.
El parón por la pandemia del coronavirus ha cortado de cuajo la progresión del Bada Huesca en su salida del infierno donde ancla. El futuro es incierto. Con la competición parada, el calendario se acorta, las fechas para jugar también y las dudas se instalan. El qué ocurrirá con esta temporada es difícil de saber. Y es lógico cierto temor a que se dé por terminada y actúen los mecanismos de descenso y ascenso. Lo mejor, darla por olvidada.
Con la primera vuelta tirada, si un partido puede servir de palanca a este Bada Huesca es el que disputó contra los cántabros. Era uno de los más peligrosos del calendario. Se llegó después de una buena mini pretemporada, una eliminatoria contra Cuenca con dos caras pese a las dos derrotas y con cierto temor a un dèja vú en caso de reiniciar la liga doméstica con otro fallo. Se ganó. Y lo de menos fue cómo. Se ganó. Eso era lo único importante.
Al Bada Huesca le ha penalizado la falta de confianza en momentos clave de muchos partidos. Sin juego de escuadra y cartabón, se empeñó en agrandar cada fallo. Con brazos encogidos y falta de confianza no hubo balonmano ni atrás ni adelante en un equipo que esta temporada tuvo que ser más grupo que nunca a falta de un jugador que marcara la diferencia.
Con toda la tropa a disposición de Nolasco en el mes de enero, la llegada de Tioumentsev y cambios en el centro del 6:0 empezaron a cambiar las cosas sobre la pista. Pero el paso clave fue la mentalidad. Así analiza Nolasco cómo se llegó a esa cita, en casa, contra el BM Sinfín: “Hubo un gran trabajo de scouting para tener claro cómo debíamos de jugarles y se potenció el aspecto psicológico, sobre todo que no pasara lo del primer partido de la eliminatoria de Copa contra Cuenca”.
El desarrollo del partido sirvió, además, para explotar la calidad de equipo y de jugadores. Fue clave la “gran defensa y portería y el hecho de ir a lo seguro”, recuerda Nolasco, con el objetivo de reducir al máximo posible los fallos y, aunque los hubo, esta vez no se entró en un bucle de desesperación. La derivada fue clara: pelea y lucha desde el primer minuto y hasta el final.
Esa victoria envolvió al equipo en la fortaleza de que salir del pozo es más que posible. Una victoria que explica lo hecho después. En concreto, empatar en casa de León, la buena imagen en la derrota contra el coloso Barça al que se le aguantó buena parte del partido y ganar a Benidorm, que se colaría luego en la final de Copa del Rey.
Ahora, la incertidumbre es qué pasará tras el coronavirus y qué solución se adaptará porque al BM Huesca le va a afectar de lleno.