Decía Bruno Perone en rueda de prensa que el partido del próximo domingo era un partido “típico de Segunda”. El central carioca no puede estar más acertado. Y es que, por suerte o por desgracia, los zaragocistas ya sabemos lo que es la Segunda División española, tras más de un lustro deambulando por ella. Al aficionado zaragocista le ha tocado vivir de todo en esta etapa: temporadas mediocres, salvaciones por los pelos o incluso ha llegado a rozar el ascenso con la palma de la mano en dos ocasiones.
Es por ello que los zaragocistas estamos vacunados ante estas situaciones. Sabemos perfectamente que la categoría de plata es una suerte de ruleta rusa en la que puede suceder cualquier cosa. De tocar el cielo a quemarse en el infierno. De estar desahuciado a tocar la gloria. Sin embargo, jugar a la ruleta rusa nunca es aconsejable, ya que el fútbol no es un juego de azar. Es por ello que el premio es para el más constante, para el más regular. Y si hablamos de regularidad es imposible no fijarse en el ejemplo de la AD Alcorcón. Los alfareros no tienen una plantilla de mayor calidad que años pasados. Sin embargo, han logrado convertir Santo Domingo en un fortín inexpugnable (solo han recibido un gol y no han perdido) conmbinando veteranía atrás y la explosión de jugadores como el exzaragocista Juan Muñoz.
Frente a todo eso tendrá que luchar el Real Zaragoza este domingo. Lucas Alcaraz, entrenador en activo con más partidos en el fútbol profesional, conoce de sobra los tejemanejes de LaLiga 123. Ganar en tierras madrileñas sería un chute de moral y autoestima que podría hacer recuperar la ilusión perdida. La oportunidad es tan idónea como peligrosa: ante el líder, en su feudo, campo que tradicionalmente no se le ha dado especialmente bien a los blanquillos. Pasado el primer tercio de la temporada, todo es posible todavía. Pero si el equipo se descuida, será demasiado tarde para poder aspirar a algo más que a una temporada mediocre, o quien sabe si a algo peor.