El Real Zaragoza no solo gana, sino que además es capaz de sobreponerse a las peores situaciones que pueden darse durante un partido. Así lo hizo ante el CD Lugo. Desde un penalti pitado en contra, hasta una pena máxima a favor que Álvaro no fue capaz de transformar. Las peores circunstancias se pusieron sobre la mesa en el Anxo Carro.
El poder de saberse sobreponer y remar contra las circunstancias adversas requiere un gran potencial a nivel de grupo, pero también se sustenta en el valor diferencial que aportan jugadores distintos a todo lo que hay en esta Segunda División. De ahí la importancia de algunos nombres propios en el Real Zaragoza, sin los cuáles ganar ante el CD Lugo no hubiera sido posible.
El Real Zaragoza comenzó bien el partido, con el único cambio que suponía el regreso de Benito al lateral derecho. Apenas 20 minutos duró la tranquilidad zaragocista porque el CD Lugo se fue asentando sobre el terreno de juego y cada vez llegaba de forma más cómoda sobre la portería de Cristian Álvarez.
El papel de Cristian
El portero zaragocista tuvo una actuación magistral, digna de ver por cualquier joven guardameta que quiera tener una figura de referencia en el fútbol profesional. Un portero diferente a todo lo que hay en la categoría: experimentado, seguro y ágil. El CD Lugo solo fue capaz de batirle desde el punto de penalti.
Tras el 1 a 0, Cristian siguió con su exhibición e impidió que los gallegos lograsen una ventaja aún mayor. Si la individualidad de Cristian fue clave para mantener al Real Zaragoza en el partido, el papel de Álvaro también lo fue para condenar a su equipo al descanso. El delantero zaragocista cortó su buena racha de los dos partidos anteriores, fallando un penalti muy mal ejecutado.
Y apareció Linares
Ahí apareció la ambición del grupo. El Real Zaragoza no se rindió y se reforzó anímicamente en el vestuario para salir de nuevo al terreno de juego mentalizado de que se debía ir a por todas. Así fue. Víctor Fernández no pudo estar más acertado a la hora de realizar sus cambios, optando por dar entrada a jugadores de corte ofensivo. No había nada que perder, pero sí mucho que ganar.
Víctor es también un entrenador de nivel, de los de mayor calidad y experiencia de la Segunda División. En su rápida lectura del partido también demostró ese poderío. Linares entró por Zapater y el esquema del Zaragoza cambió a un 4-2-3-1 con el zaragozano como referencia. Tras él, se situaron Alvaro, Pombo y Soro.
Linares dejo claro que es un refuerzo que tiene mucho que aportar, incluso más de lo que se pudiera pensar por su edad y trayectoria durante los últimos meses.
Igbekeme firmó uno de sus mejores encuentros, dando circulación al balón, apoyando atrás a la defensa y filtrando balones entre líneas. Una labor a la que también se sumo Eguaras. De sus botas nació el 1 a 1, perfectamente finalizado por Linares.
Culminando la remontada
El culmen de la remontada lo puso Guitián haciendo el definitivo 1 a 2. Linares y Guitián, dos futbolistas que no comenzaron la temporada con el Real Zaragoza pero sin lo que en el Anxo Carro, los blanquillos hubieran vuelto a firmar una derrota que les hubiera hecho volver a mirar a la zona más comprometida de la clasificación.
El colectivo siempre es la base del fútbol, pero en el Real Zaragoza no se puede negar que hay individualidades que resultan decisivas. Ante el CD Lugo, el valor diferencial lo aportaron Cristian o Linares. A ellos debe sumarse el resto del equipo para que el Real Zaragoza pueda firmar, por fin, un partido redondo y que haga disfrutar a su afición. La próxima oportunidad será en La Romareda ante un complicado Albacete.