ZARAGOZA | El Real Zaragoza ha cerrado la primera parte de su stage invernal esta mañana. Julio Velázquez ha tenido el tiempo que le faltó en su llegada y ha recurrido a las dobles sesiones. En el trabajo realizado en La Ciudad Deportiva, se ha puesto el foco en las cargas físicas. El cuerpo técnico quiere ponerle fin a la sangría del equipo en los últimos minutos. En ese punto de la historia, fallaron las piernas y falló también la cabeza.
El balance del Real Zaragoza prueba sus defectos en las segundas partes. El parcial en ese tiempo es de 8 goles a favor y 16 en contra. Si la clasificación global reflejara lo que sucede en esa mitad, el Zaragoza sería el antepenúltimo clasificado. La estadística se agrava en los últimos tramos de los partidos. No hay nadie peor que el equipo maño a partir del minuto 75 de juego, con 2 goles a favor y 7 tantos encajados.
Un reinicio para Julio Velázquez
Julio Velázquez ha querido que su equipo se pareciera en el césped al entrenador que él es en la banda. Quiere un equipo intenso, competitivo, reconocible. Un eslogan que repite desde su primera rueda de prensa y que se extiende en sus discursos. Para cuadrar esa idea quiere aprovechar los 27 días sin competición, hasta el encuentro ante el Eldense, que no llegará hasta el 15 de enero. Y busca ganarle tiempo al reloj, en una liga que se decidirá en dos tramos y que se jugará dos veces.
En el primer tramo de este parón, Velázquez quiere mejorar las prestaciones físicas del equipo. Afianzar también conceptos tácticos, en un modelo flexible, diseñado para múltiples sistemas. El vestuario ha recuperado la salud y se aplica en un trabajo muy específico, más veraniego que invernal, con la intención de ser un equipo fiable en la segunda vuelta.
El técnico no se debe centrar solo en la progresión física, sino en la superación de un miedo y el mayor de sus defectos. El equipo se bloquea con facilidad y triunfos que estaban en su mano, acabaron siendo derrotas simbólicas o manifiestas. Sporting de Gijón, Eibar, Burgos, Albacete o Levante son los mejores ejemplos de una caída recurrente. El Zaragoza dejó de convocar a la suerte y acabó llamando al mal fario. Velázquez ensaya una respuesta para cambiar la dinámica desde La Ciudad Deportiva. La suerte también se busca. Y se entrena.