La teoría de la zanahoria surgió de la leyenda de un mercader y su burro. Éste, desesperado ante las paradas constantes de su animal de carga, no hacía más que azotarle con un palo para castigarle. Al ver que este violento método no funcionaba, cayó en que al burro le encantaban las zanahorias que cargaba en las alforjas. De esta forma, el ingenioso mercader decidió atar una de sus zanahorias a un palo y ponérselo delante del burro de forma que este, al intentar alcanzar la hortaliza, empezase a caminar sin parar.
Para el Real Zaragoza la zanahoria –el playoff– está ahí delante, a la vista, y sigue dirigiéndose a ella sin pausa. Pero nunca está lo suficiente cerca como para hincarle el diente. El principal motivo de esta frustrante situación se encuentra en el alargado palo de irregularidad que distorsiona la realidad del Real Zaragoza desde el arranque de la competición.
Cada jornada que pasa y el aficionado del Real Zaragoza mira la tabla clasificatoria observa con desazón el colchón de puntos que distancia a su equipo de los puestos de promoción. Desde que los de Juan Ignacio Martínez lograran escapar de la quema y apartaran la mirada de la parte de abajo de la tabla, el Zaragoza no consigue acercarse seriamente a “la pomada”, a los puestos bonitos de la división.
Este dichoso palo cuenta con una longitud traicionera, que le permite observar la jugosa zona de promoción, al tiempo que te la aleja. Jim ya admitió en rueda de prensa tras la victoria contra el Fuenlabrada que había que ir partido a partido porque este equipo había sido muy irregular durante toda la temporada. Y es que realmente desde el club y la afición nunca se ha creído poder alcanzar la virtuosa sexta plaza a corto plazo. Primero había que evitar los puestos de descenso, luego alejarse de ellos y después ya se vería. Unos objetivos tan reales como desilusionantes que la dirección deportiva ha querido ocultar en todo momento.
Si echamos un ojo a los datos, vemos que el Real Zaragoza ha estado muy pocas jornadas (9, contando los engañosos primeros partidos) a menos de dos victorias de lograr el último billete rumbo al playoff. Y por supuesto, nunca la ha pisado. La irritante racha de nueve empates consecutivos en la primera mitad del campeonato unida a las idas y venidas con la victoria y la derrota han ido alejándole del objetivo.
Remar a contracorriente
Salvo aquella lejana fase de la temporada en el que se consiguieron tres victorias consecutivas frente al Burgos, Las Palmas y el Sporting, la distancia con los playoff se ha ido incrementando de forma generalizada. Hace apenas dos meses el Real Zaragoza se encontraba a 12 puntos del sexto clasificado. Con la llegada del mes de diciembre, la promoción comenzó a alejarse de nuevo.
Sin embargo, gracias a la última buena racha de resultados en el último mes y medio de competición se ha podido revertir la situación y ubicarse a “tan solo” siete puntos del sexto. Además de los factores internos que únicamente atañen al Zaragoza, cabe destacar la regularidad del Girona, quien ha defendido y mantenido ese último puesto durante varias jornadas consecutivas gracias a sus buenos resultados. Doble dificultad añadida.
Ahora el Real Zaragoza vive un momento de trance. Las aspiraciones por números tienen que seguir siendo las mismas que hace tres partidos. Pero el sentir instaurado en la afición es de agotamiento y pesimismo. Frente al Amorebieta se tenía que haber dado ese paso de gigante para meterse en el saco de candidatos serios y de nuevo el equipo se estrelló en la recta menos peligrosa. Las bajas de nombres claves en el once inicial ha mermado en los encuentros recientes la capacidad de respuesta del conjunto de Jim. Los rivales “directos” casi no se dejan puntos. Si se quiere colar en esa última plaza con derecho a soñar, el porcentaje de victorias de aquí a final de temporada tiene que ser muy alto. Y, sobre todo, esperar a ver qué hacen los otros.
El escritor canario Benito Pérez Galdós ya aseguró que Zaragoza nunca se rinde. El espíritu del equipo y la afición debe ser ese, sin duda, pero la irregularidad está pasando una elevada factura. Parece que el palo que separa al Real Zaragoza de su particular zanahoria no se va a romper.