Elche y Real Zaragoza abandonaron su primer envite del play-off con un resultado de gafas. Los de Victor Fernández, superiores antes y después de la expulsión de Jonathas, fueron incapaces de aprovechar su ventaja numérica para llegar a la Romareda con los deberes a medio hacer. Con ese 0-0 queda todo en el aire para el domingo.
Crecer desde atrás hacia delante
Tendremos que acostumbrarnos a este Real Zaragoza de resultados cortos, partidos cerrados y masticados durante muchos minutos. El 0 en la portería es el camino a seguir para competir en este sprint-final. Recuperar la robustez encontrada entre enero y marzo de este año. Víctor lo sabe, y por ello en su alineación volvió a adelantar y escorar a la derecha la posición de Raúl Guti para dar entrada a Alberto Zapater. Movimiento con base táctica y emocional.
Un equipo, este Real Zaragoza, que ha basado todo su panel ofensivo a la libertad total de sus atacantes. Es algo que Víctor Fernández siempre ha hecho en sus diversas etapas. Si tiene talento, el entrenador aragonés les ofrece libertad a cambio de que marquen diferencias. Sin Luis Suárez y de momento sin Puado, los blanquillos pierden sus hombres diferenciales. El talento ofensivo ya no está por encima de las estructuras de los rivales. Por tanto, y como el Real Zaragoza no tiene trabajados demasiados automatismos tácticos para su ataque, sino que apostó en su momento por la inspiración de sus estrellas, ahora se queda demasiado corto.
Ojo, esto no es una crítica a Víctor Fernández. Aportarles el entorno adecuado para que tus futbolistas decisivos puedan mostrar sus mejores condiciones no es cosa baladí. Seguramente era la mejor opción, y vistos los resultados obtenidos hasta ahora tiene su reconocimiento. Sin embargo esas piezas de tanto nivel no podrán decidir una eliminatoria en la que la primera antorcha la encendió Shinji Kagawa.
Kagawa fue el más peligroso del Real Zaragoza
Quizá el mejor partido de 2020 del nipón. Muy presente y constante en el juego, pero a diferencia de la mayoría de noches, entendiendo que su misión no es la de darle pausa al equipo sino la de marcar diferencias cerca del área. Ayer lo hizo. Movimientos entre líneas de bailarín (a punto de provocar un penalti con un giro soberbio), pases de gol (dejó mano a mano a Burgui y repartió 5 pases clave) y varios disparos desde fuera del área. El epicentro del ataque maño, como ya lo fue en el último partido de Liga Smartbank.
Lo cierto es que el Real Zaragoza no cambió drásticamente su hoja de ruta con la expulsión de Jonathas del Elche. Los ilicitanos cambiaron su 4-4-2, con el que estaba consiguiendo incomodar a los centrales maños, ya que su doble punta juega muy bien de espaldas, a un débil 4-4-1 sin camino ofensivo. Los maños no retomaron su doble pivote más creativo hasta el minuto 56 donde ejeano por ejeano, Alberto Soro entró para darle chispa y vértigo a un ataque que le faltó en todo momento algo más de cambio de ritmo.
Burgui, desequilibrante pero lejos del gol
Burgui fue el que a través de sus arrancadas y sus 6/6 regates realizados tuvo esa punta de desequilibrio. De menos a más acabó siendo el motor ofensivo del equipo. Sin embargo en su historial queda únicamente el mano a mano fallado, en el que la clave fue el pase de Kagawa. No inquietó más la portería del Elche. Un bagaje a tener en cuenta si el de ayer fue “su mejor partido” hasta la fecha con la camiseta del Real Zaragoza.
El equipo aragonés tuvo ocasiones para ganar el partido (18 disparos). Sin embargo su falta de precisión final, y de incluso calidad para generar más situaciones de gol en un partido cuyo contexto te facilitaba muchos las cosas impidió salir de Elche con la ventaja que muchos imaginaban al borde de la primera media hora. El Real Zaragoza se jugará las habichuelas en la Romareda, en otro partido contra el Elche, en el que si de verdad quiere competir, tendrá que cerrar su portería. De momento ya lo ha hecho, primer día de la renacida pareja Guitian-El Yamiq con el principal objetivo colectivo resuelto. Crecer desde atrás hacia delante.