El Real Zaragoza conoció ayer de parte de La Liga su techo salarial para esta temporada. Y como era de esperar, el equipo aragonés desciende en el ranking del poder. Esta campaña tendrá un límite salarial de 5,7 millones de euros. La reducción de su presupuesto se cifra en 3´14 millones y se sitúa muy lejos de los más poderosos de la lista: Eibar (30), Valladolid (29) y Leganés (26). También está a una distancia considerable de su vecino, de una Sociedad Deportiva Huesca que parte con la ventaja de los recién descendidos y 18, 6 millones en su bolsillo. De hecho, solo hay cinco equipos con menor músculo económico que este Real Zaragoza (Mirandés, Amorebieta, Burgos, Lugo y Girona, este último con reservas).
Lejos quedan las promesas del verano, en las que un grupo inversor no cerró su llegada más inminente. Tampoco se sabe demasiado del fondo CVC que condicionó el final del verano. Torrecilla afrontó un mercado austero, como si intuyera que el movimiento de Spain Football Capital no se sostenía por sí solo. El Real Zaragoza conservó a sus futbolistas más relevantes, en el mejor de sus movimientos, y el club refinanció su deuda a través de un nuevo aplazamiento. En el comunicado del cierre del mercado incluyó una media verdad: “la reducción de la deuda a la mitad”, cuando quiso decir la refinanciación de la misma.
La lista tendría un punto desolador si no se intuyera que en este juego no todo es dinero. Existen ejemplos recientes de equipos que alcanzaron La Liga Santander tras afrontar una economía de guerra. Pero quizá no conviene recordarlos demasiado, porque el más reciente (el Elche) eliminó al Zaragoza en su camino a Primera. También hay otros más amables: Girona, Alavés o Leganés.
Quizá el peor detalle de la nueva partida presupuestaria es su oportunismo. Llegó ayer, en el día del regreso completo de los aficionados a los estadios, en las fechas previas a que La Romareda vuelva a llenarse. La aprobación de la medida llegó en un pleno veloz, unánime, en el consejo Interterritorial. Lo que más duele es que la alegría sea siempre parcial. Como si la felicidad no pudiera durar demasiado en un club rico en su historia y afición y pobre en su cartera.
Hay un matiz que le añade un punto de suspense al techo salarial. No se trata de una partida definitiva. En el mercado invernal se abre el cupo de una nueva fórmula presupuestaria. Todavía hay margen para una inyección económica con la temporada en marcha. El tiempo suficiente para que el club pueda creer, de nuevo, la verdad de las mentiras.