El Real Zaragoza no supo ganar ante el Eibar un partido en el que tuvo todo a favor. No venció a un rival propicio, que jugó casi media hora con dos futbolistas menos sobre el césped. El equipo vasco entendió pronto las limitaciones de su rival y se resguardó en su área, cómodo ante el intento estéril del Zaragoza. El grupo de Carcedo llenó el partido de centros sin sentido, con 33 intentos y solo 5 remates.
La competición descubre paso a paso las limitaciones de la plantilla. Falta talento en tres cuartos, piezas de riesgo, que jueguen sin miedo de romper un plato. Desterrado Bermejo al perfil diestro, nadie es capaz de leer el fútbol entre líneas y de descubrir el último pase. En ese contexto, el recurso del Zaragoza se vuelve previsible y simple: el centro a la nada.
Entre los defectos que hay en la plantilla está también la ausencia de jugadores específicos. No hay futbolistas de banda, desequilibrantes, capaces de ganar la línea de fondo y de proyectar el remate del resto. Carcedo quiere ocupar ese lugar con Gaizka Larrazabal, al que le queda grande el carril de La Romareda. En el otro costado, nadie puede hacer olvidar a Pep Chavarría. El catalán desbordaba al rival a través de su conducción, por mucho que no siempre afinara en el centro. Gabriel Fuentes pareció un buen relevo en Ponferrada, pero en los siguientes partidos ha demostrado ser un poderoso espejismo.
El Zaragoza vs Eibar como síntoma
El mejor ejemplo de las limitaciones del Zaragoza llegó anteayer, con un equipo que nunca supo leer el partido ni las claves del juego. Centró cuando faltaban referencias en el área y le costó hacerlo cuando Gueye ya estaba sobre el campo. Tampoco la pizarra de Carcedo permite cargar el área: empeñado en jugar con futbolistas a pie cambiado en los momentos de mayor necesidad y de utilizar el pie natural cuando no hay rematadores. El lunes, los servicios desde los costados fueron siempre sencillos para el Eibar. El equipo de Garitano se aferró a la veteranía de Arbilla, sólido en el juego aéreo y teatral en el gol negado a Bermejo.
Una de las virtudes que se le adjudicó a Carcedo en su llegada era su dominio de la estrategia. También en esa faceta del juego el Zaragoza maneja registros muy pobres. Ha lanzado 42 córners en la temporada y solo uno de sus cuatro goles llegó en esa suerte. Y fue en una acción indirecta en Ponferrada, cuando Simeone cazó un balón en el área que era para otro.
El centro es un lugar clave en el juego, pero el Zaragoza se ha acostumbrado a despreciarla. Se conforma con buscar esa suerte desde lejos y solo ha rematado el 22% de los centros que ha buscado en el curso. Sus últimos dos partidos, frente a Eibar y Mirandés, son los más claros: el equipo de Carcedo solo supo alcanzar el 15% de los servicios que llegaron desde el costado. En las áreas, únicamente Jair Amador ha parecido una amenaza real en las alturas.
El fútbol ha cambiado y el equipo aragonés sigue sin leer sus secretos. Los extremos han perdido su lugar en el juego y el Zaragoza desperdicia una suerte clave en los partidos. Desesperado y sin recursos, centra siempre a ninguna parte.