ZARAGOZA | Jugar con tres centrales no significa ser más defensivo, ni mucho menos defender mejor. Ha pasado un mes y medio desde la llegada de Miguel Ángel Ramírez a la disciplina zaragocista, y la jerarquía en la zaga se ha convertido en el mayor debe del canario. El equipo ha mejorado en otros aspectos, pero el nulo avance en términos defensivos continúa lastrando a un equipo que no logra ser constante en cuanto a resultados. El actual Real Zaragoza tiende a un juego moderno, asimétrico y en ocasiones caótico, en el que alguna de las piezas no casa con el estilo de juego.
Cuanto más ordenado está el Real Zaragoza en la teoría, más desordenado lo está en la práctica. Lluís López, Enrique Clemente y Bernardo Vital son los futbolistas que forman la actual zaga del conjunto aragonés, y su rendimiento está muy por debajo de lo esperado. El sistema implantado por Ramírez no solo hace ver las costuras de los defensores, sino que tampoco potencia ninguna virtud de los mismos. Superados en los duelos -aéreos y en el suelo-, imprecisos y precipitados en salida de balón y blandos en centros laterales, ninguno de los tres está hecho para jugar con dos acompañantes en el centro de la defensa.
El Real Zaragoza sufre en exceso cada vez que el rival tiene presencia en metros finales. Al equipo le tiemblan las piernas en casi cualquier acción ofensiva del equipo contrario y así lo demuestran las estadísticas. Desde que MAR cogió las riendas del banquillo, el conjunto aragonés tan solo ha dejado la portería a 0 en una ocasión, encajando 6 goles en 5 partidos.
Consignas a seguir
Si el Real Zaragoza todavía quiere aspirar a meterse de lleno en la lucha por un puesto entre los seis primeros debe seguir una serie de pasos. Aumentar la competitividad en labores defensivas, reducir el espacio entre líneas y ser más generoso en los esfuerzos es clave para lograr esa regularidad que tanto echa en falta el Real Zaragoza.