ZARAGOZA | La vuelta de Dani Tasende alumbró un partido gris, en un empate que supo a derrota ante el Málaga. El lateral gallego regresó de su lesión y el partido mostró un amplio catalogo de virtudes, también alguno de sus defectos. Tasende es un lateral con pie de centrocampista, ofensivo, valiente, irreverente, genial. Entre sus lagunas se incluyen algunos descuidos en la marca, que quedaron visibles en un duelo directo con David Larrubia. Él, que también sabe regatear, solo pudo aplaudir el dribling de su oponente. Mientras, le agradecía a Poussin su mano salvadora. El resto del tiempo cuidó el balón, progresó por su carril y lo intentó sin descanso.
En el fútbol posicional, ante una defensa que se resguarda de la lluvia, Tasende es el mejor improvisador del Zaragoza. Tiene pie, atrevimiento y recursos de un enganche. Encuentra tesoros entre líneas y proyecta los mejores centros. También sabe estirar el chicle de sus carreras, incluso cuando acaba de regresar y no vive su mejor momento. Quedó visible en su vuelta a La Romareda, en un partido en el que apuró su físico y también todas sus fuerzas. Desde el minuto 80 pidió el cambio. En el banquillo le respondieron con un gel como único consuelo.
Volcado el Zaragoza en su carril, que se convirtió en el eje de todos los intentos, Víctor Fernández no quiso prescindir de Tasende. Puestos a modificar una banda, el técnico se centró en la derecha, en la que alteró con Luna y Bermejo las piezas de Pau Sans y de Calero. Con un punto de maldad se podría pensar que lo hizo porque era el perfil que tenía más cerca. Al terminar el encuentro, Víctor pronunció una frase como si fuera una victoria: “No se ha resentido de su lesión”. Pareció dos cosas: un chiste y un milagro.
Dani Tasende capitalizó los ataques del Real Zaragoza ante el Málaga, en una fórmula similar a la que se eligió ante el Racing de Santander. Fue el segundo futbolista del Real Zaragoza con más toques de balón (79), ganó el 66 % de sus duelos y ejecutó los centros más prometedores. Es en ese último tercio donde parece diferente: un jugador de fútbol sala, capaz de girar sobre su eje y de espantar la niebla. En ese punto del relato tiene un giro de tobillo elástico, especial, y la capacidad de centrar para uno y no para todos. Otro detalle juega a favor de su fútbol: La Romareda siempre le ha sentado bien.
En un tiempo en el que a los jugadores de banda se les pide condiciones de sprinters, Tasende representa otra curiosa anomalía. El de Coristanco juega con el balón cosido al pie, piensa y proyecta el ataque de todos, como si su zancada más rápida estuviera siempre en la cabeza. Más fondista que veloz, debe mejorar su expediente en defensa y encontrar continuidad en todas sus jornadas. Mientras tanto, seguirá camuflado en la banda, con el alma de un enganche y el espíritu de Marcelo como ejemplo. Cómodo en un lugar único y especial: como el autor intelectual de los ataques.