La historia que vuelve a sus comienzos. El cuento que pensábamos que ya había llegado a su final pero que parece estar otra vez en el nudo. Un relato del que, por ocasiones anteriores, ya conocemos su desenlace. Y este gusta -y mucho- a una afición zaragocista con ansias de volver a leer la crónica de la temporada 2017/18. Vuelve Íñigo Eguaras. Y sí, vuelve. Porque el otro no era el centrocampista que vimos con Natxo González.
El entrenador vasco, mediante la disposición táctica que planteaba, exprimió al mejor Eguaras. Le hizo ser un pivote superlativo. Le hizo ser el mediocentro más destacado de la liga. Organizando y haciendo que resurgiera el juego de un equipo al que le bastó con los veintiún partidos de la segunda vuelta para alcanzar el playoff. Y en su mayoría, gracias al buen hacer del navarro.
Una temporada para olvidar
Tras el batacazo de los playoff 2017/18, la dirección deportiva intentó llevar a cabo un proyecto continuista, guardando las bases del año anterior -exceptuando a los cedidos, claro está-: Cristian, Eguaras, Benito, Pombo… El juego del Real Zaragoza debía pasar por las botas de Íñigo Eguaras. Pero no fue así.
Una tormentosa lesión que arrastraba en el pubis desde la campaña anterior le hizo perderse la mayor parte de la pretemporada, curándose mal y a destiempo. Y eso solo tiene un denominador común: la recaída. Así pues, no pudo ser el jugador que le hubiera gustado durante la pasada campaña.
El mejor Eguaras ha vuelto
Temporada nueva, vida nueva. Tocaba olvidar los dolores en el tobillo y pubis que le lastraron durante la temporada pasada y, esta vez sí, hacer una pretemporada en condiciones. Necesitaba Íñigo Eguaras sentirse partícipe del juego del Real Zaragoza. Necesitaba poder colaborar con sus compañeros en el verde. En definitiva, necesitaba volver a ser el que fue.
Y lo ha conseguido. El centrocampista navarro ha logrado volver a ponerse en contacto con el balón. Ha alcanzado su objetivo de volver a ser el que fue. Y ha obtenido grandes resultados. El de Ansoáin es el segundo máximo asistente de la Segunda División, con tres, solo superado por Embarba con cuatro, siendo, sin embargo, el que mejor media de asistencias por partido tiene.
Y ya no es solo eso. Los partidos que está realizando el zaragocista son para verlos repetidos una y otra vez. Jugó escasos minutos en el primer partido y no jugó en Ponferrada, pero desde entonces, es un fijo para Víctor Fernández. Y es que el centrocampista ha ido regalando a su afición una serie de grandes actuaciones que le hacen estar en la pole para la titularidad en el Real Zaragoza.
Para la memoria queda su partido en Alcorcón, donde además de sumar un 90% de efectividad en el pase, regaló el tercer gol a Carlos Vigaray. Pero sobre todo su último partido. Ante el Extremadura UD pudimos volver a ver a ese gran Eguaras: organizando y dirigiendo los tiempos del partido, sirviendo en bandeja los goles de Shinji y Dwamena y colaborando en el gol del ‘Lucho’. Una masterclass del navarro.
La vuelta del rombo, clave en su rendimiento
Podemos analizar mil factores, pero la clave está en la confianza del míster en su esquema. En el que, por cierto, es clave el de Ansoáin. Con el rombo es como mejor se siente el mediocentro. Así lo declaró en una entrevista al Periódico de Aragón. “Víctor ha valorado el rombo en función de los jugadores que tenemos y que han llegado. El rombo fue el sistema con el que obtuvimos resultados más positivos y quedamos terceros. A mí me dio mucho. Me sentía protagonista e importante, con peso en el equipo, y lo agradecí”, aseguraba Eguaras.
Y es que este es el jugador que estaba buscando el Real Zaragoza. Y este es el equipo que necesitaba Íñigo Eguaras para volver a ser él. La necesidad era y es recíproca y así se ha demostrado: el Real Zaragoza es mejor con Eguaras y Eguaras es mejor con este Real Zaragoza. Una historia de amor que esperemos dure mucho tiempo.