Con el fútbol sucede un fenómeno curioso, y es que en verano, una vez finalizada la temporada y en el tiempo de espera del comienzo de la siguiente, nuestra cabeza resetea lo sucedido y crece nuestro entusiasmo para volver a soñar con una nueva temporada ilusionante.
Posiblemente sean las ganas de recomenzar, o el consuelo de comenzar de nuevo. Cierto es que las buenas noticias apuntalan ese reseteo. Al Real Zaragoza le pasó hace menos de un año. Teníamos a Víctor Fernández en el banquillo haciendo lo imposible por salvar al equipo de un descenso casi anunciado. Y confirmando su continuidad, nuestro cerebro se reseteó y la alegría volvió a desbordar nuestro corazón zaragocista.
Y en esa situación vivimos actualmente. Respiramos momentos de zozobra, y nuestras mentes en su desasosiego se reconfortan en ese recomienzo. En la esperanza de que llegue julio y podamos recomenzar nuestras vidas pausadas.
El Real Zaragoza, hasta el momento, había cumplido los objetivos. Segundos en la tabla, con distancia del tercero, mirando a los ojos al Cádiz. Con ambición y haciendo uso de cada una de las oportunidades en una temporada lastrada por lesiones, aplazamientos, mala suerte.
En unos días en los que las noticias tristes y dolorosas se agolpan en los medios de comunicación, algunos y algunas se entretienen e ilusionan con las pocas noticias que nos dejan el fútbol y nuestro Real Zaragoza. Iniciativas en los balcones zaragocistas cantando el himno, ruedas de prensa del Presidente y del director deportivo, repetición en Teledeporte de la final de la Copa del Rey del 2004; posibles fichajes de cara a la próxima temporada y un sinfín de información y entretenimiento que nos hacen llegar desde las RRSS del club, o desde medios de comunicación como el nuestro.
Todo esto, mientras esperamos ese momento en el que nuestro cerebro se resetee al igual que sucede al finalizar cada temporada. No sabemos la fecha, pero esperemos que con el regreso del fútbol, con nuestro corazón soñando en primera, se produzca ese reseteo tan necesario y podamos saltar a la calle de igual modo que nuestros jugadores saltarán al campo a celebrar el ansiado ascenso.
Solo nos queda pensar en ese reseteo que llegará. Tras el dolor, las pérdidas, las distancias, la soledad y las lágrimas, llegará ese día en el que volvamos a ilusionarnos con la próxima temporada, en el que volveremos a ilusionarnos con salir a llenar las calles, y celebrar que volvemos a empezar.