Un sábado distinto en el centro penitenciario de Zuera. Una tarde para recordar y un deseo para que no sea la última vez. el deporte como herramienta de reinserción. Un partido de rugby entre jugadores del Bantierra Fénix contra internos de la cárcel en una tarde calurosa. 19 jugadores esperaban la llegada de su rival. Nerviosos. Como lo estaría cualquier persona a la que le dijeran que en unos minutos tiene que jugar un partido de rugby. Su primer partido. El contrincante: un combinado de veteranos y jóvenes del Bantierra Fénix.
Ya cambiados, el nerviosismo crecía en el campo de tierra, sin palos, donde un centenar de internos e internas esperaban para ver el resultado de decenas de entrenamientos que algunos habían visto sin entender si aquellos ejercicios iban a servir para algo.
Sin embargo, tras el pitido inicial, los nervios se disiparon. Se empezaba a soñar con la victoria. Buena continuidad del equipo de internos con apoyos cercanos que conseguían resolver cada punto de encuentro. Con un rugby sencillo, básico, hacían retroceder a las líneas contrarias, hasta meterlas en su campo. A base de pundonor. Sin embargo, los errores básicos de equipo principiante, les hacían perder el balón.
El Fénix comenzaba golpeando con un ensayo de su línea de tres cuartos tras varias fases en delantera. Un primer golpe que no hizo mella en el equipo de internos que continuaba combatiendo y estuvo a punto de devolver la marca, pero un pie furtivo tocaba la cal en plena carrera hacia la zona de ensayo contraria. Con ese 5 – 0 se llegaba al descanso. La batalla seguía abierta.
Tras la reanudación, el Bantierra Fénix empezaba a acusar las embestidas del equipo local que en la segunda parte se asentó en campo contrario. Con una salida desde melé de su número ocho igualaban la contienda. El partido empezaba a volcarse en la balanza del equipo de presos que disfrutaban de sus mejores momentos. Sin embargo, la experiencia es un grado y el Bantierra Fénix, la segunda vez que pisaba la veintidós contraria en esta segunda parte, conseguía su segunda marca.
Pero el equipo de presos no pensaba bajar los brazos. En una buena jugada de su tres cuartos invadían la zona de marca sin llegar a plantar la bola. Algo que espoleó a sus jugadores que minutos después ponían el empate en el marcador con un ensayo espectacular de su ala más rápido que llego a esquivar hasta a cuatro jugadores contrarios. 10-10 y final del partido. Abrazos, saludos y tercer tiempo donde pulir asperezas y conocerse ambos equipos.
El rugby en Zuera
Adolfo Escolá y Miguel Ángel Conejos se embarcaron en este proyecto el pasado mes de diciembre y comenzaron los entrenamientos en enero. Para ambos era un reto conseguir que un grupo de presos conocieran el rugby: el juego y sus valores. Este sábado, al finalizar el partido, la preocupación se convirtió en una sonrisa imborrable.
Para Miguel Ángel Conejos “el hecho de haberles visto combatir, luchar cada pelota, en conjunto, como un equipo, es un premio al trabajo de estos meses”. Además, sin disimular su alegría, asegura que ese grupo que comienza a gestarse es algo muy positivo para todos ellos. “Son un equipo”.
Adolfo Escolá se mostraba igualmente satisfecho “con el desarrollo del partido” pero también y con más importancia de la creación de esa “identidad de grupo”. “Se vio un trabajo de equipo brutal, un compromiso por parte de todos los jugadores, apoyándose y animándose durante todo el partido”.
Ambos entrenadores agradecieron al Centro Penitenciario que permitiera la actividad y sobre todo al educador encargado de las actividades deportivas, que se ha volcado en la creación de este equipo y sobre todo con que la jornada de este sábado fuera un éxito.