Los relevos en el banquillo para cambiar dinámicas negativas son una constante en el fútbol. En este caso, la estadística puede pasar de anécdota a costumbre. Por repetición en un corto periodo de tiempo y porque la historia reciente sonríe a los blanquillos.
El primer precedente nos lleva a la temporada 2019-20, la más prometedora del último lustro en Segunda. Desde el inicio, se marcó un ritmo de ascenso directo con 13 de los primeros 15 puntos logrados. Aquella campaña con horizonte exitoso se truncó con el parón por el confinamiento y el posterior regreso del conjunto de Víctor Fernández.
Pero ya antes se habían sucedido varios episodios que apuntaban a un curso fuera de lo común. Hasta tres partidos aplazados afectaron al Real Zaragoza en las primeras 24 jornadas. Frente al Fuenlabrada, por una gastroenteritis del equipo madrileño; ante el Sporting, por una inoportuna gripe de los asturianos; contra el Mirandés, por la lluvia.
La llegada de Miroslav Djukic al banquillo sportinguista se produjo tras el cese de José Alberto, despedido tras la derrota frente al Extremadura en la última jornada de la primera vuelta, con el equipo 15º y 4 puntos sobre el descenso. Miguel Torrecilla, por entonces director deportivo del Sporting de Gijón se decantó por los servicios del serbio.
Su estreno habría de hacerse esperar, ya que el primer partido del año se postpuso y su equipo viajó dos veces a Zaragoza para su disputa. ¿El motivo? Una epidemia de gripe que dejó en cuadro a los de Djukic. En la niebla zaragozana, el equipo de Víctor venció por 2-0 con un tempranero tanto de Guti y la sentencia de Luis Súarez en la segunda parte. La socarronería aragonesa y el contexto en que se había visto envuelto el partido dejaron un célebre cántico en La Romareda: “Paracetamol, paracetamol”.
Azón y una estampida de tres puntos
El segundo precedente nos traslada al ecuador de la competición en el último curso. El Sporting – Zaragoza fue el segundo partido de la serie de 4 victorias consecutivas de los JIM. Una racha que, merced al acierto goleador de Azón (4 partidos seguidos marcando) y la irrupción de Grau en la media, dibujó un oasis de playoff en la desértica travesía maña por la irregularidad.
Aquel partido supuso el estreno de Pep Martí como relevo en el banquillo de Gallego. El mallorquín sólo duraría 10 partidos y en su debut parecía lograr un meritorio punto tras el empate de Djuka en el 94. Sin embargo, sólo dos minutos después, un balón dividido, perdido para cualquiera que no posea la voracidad de Azón, se convirtió en uno de los momentos de mayor éxtasis de la temporada. Su anticipo, de cabeza, a Berrocal, fue el prolegómeno de una carrera imparable que dejó a su paso a Borja López, Mariño y sólo podía acabar en gol, con el silencio de El Molinón como escenario para el recuerdo.
¿Habrá un 3 de 3?
El domingo (El Molinón, 16:15h) se cierra el tríptico de esta anecdótica circunstancia de entrenadores sportinguistas que se estrenan contra el Real Zaragoza. Miguel Ángel Ramirez sustituye a Abelardo para tratar de reconducir una inercia que en los últimos años también deja más capítulos amargos que noches alegres en tierras asturianas.
Un Real Zaragoza de dulce tras la remontada en La Cerámica presenta sus credenciales: con Escribá se mueve en números de playoff. Y por si fuera poco, Azón ha regresado haciendo lo que mejor sabe: marcar. En El Molinón lo saben. Y si por tercera vez vuelven a caer conocen también la solución: paracetamol.