ZARAGOZA | Víctor Fernández no dio ayer su mejor rueda de prensa, quizá porque su mensaje siempre pareció más eficaz en las previas de los encuentros que en el final de los mismos. Dejó, eso sí, una advertencia: “vamos a sufrir mucho”. El técnico ve una realidad similar a la que todos dibujamos. Su equipo ha recuperado la intención, pero no tiene ni claridad ni recursos en los metros definitivos.
Mejoró en la segunda mitad en Anduva, pero sus avances se llenaron de precipitación, de casis en lugar de remates. Hubo valentía y desparpajo en el carril de Liso, pero el equipo “ocupó mal los espacios en el área”, en una respuesta que dio Víctor y que sirve hoy y casi para siempre. No estuvo Sinan Bakis en el lugar del gol y, en esa faceta, solo aparece Maikel Mesa. El tinerfeño falló en el punto en el que casi siempre acierta, perdedor ante Juan Román en sus ocasiones.
La mala dinámica del Real Zaragoza empezó hace tanto que cuesta ubicar el origen de sus derrotas. No enlaza victorias desde septiembre y no ha marcado en los últimos cinco encuentros. Los nombres del verano son sombras en invierno y preocupa que el equipo parezca hundido, desdibujado en el momento de la verdad.
Los “ojos bien abiertos” de los primeros días de Víctor Fernández son ahora “el peligro real” que todos vemos. El Zaragoza duele, preocupa y da miedo. Se acercan los meses definitivos y hay que retroceder a febrero para encontrar la última victoria del Real Zaragoza. Ahora, debe encontrar a la carrera los goles y las soluciones que a este equipo le faltan. Y para esta temporada, llena de decepciones, solo se dibuja un camino: el de la agonía y el sufrimiento.