Hoy en su presentación oficial en París el Tour de Francia de 2018 ha echado a rodar. Lo ha hecho en el marco de la gala anual de presentación que ha servido en primer lugar para recordar en imágenes lo que dio de sí la pasada edición, y para a continuación hacer entrega por parte de los compañeros de la revista Vélo Magazine del trofeo que acredita al británico Chris Froome como el mejor ciclista de la pasada temporada, gracias a sus victorias logradas en el Tour y La Vuelta.
Tras los entrantes llegaba la hora del plato principal, lo que todo el mundo esperaba tanto dentro del Palacio de Congresos de París como en el resto del mundo, el recorrido de las 21 etapas. Sorpresas no muchas ya que las inevitables filtraciones a la prensa durante las últimas semanas habían casi confeccionado el mapa del Tour del 2018, pero Prudhomme y los suyos siempre se guardan algún secreto. Y alguno de ellos estaba cerca de la frontera franco-española, cerca de nuestros pasos fronterizos, con tres finales de etapa casi a tiro de piedra.
El primero de ellos será el martes 24 de julio con una maratoniana etapa de 218 kilómetros entre Carcassonne y Bagnères de Luchon (al otro lado del Valle de Benasque), y que en su parte final ascenderá los puertos de Portet d’Aspet, Menté y el Portillón por su vertiente aranesa. Al día siguiente, el 25 de julio llega la gran novedad de este Tour, una etapa de montaña de tan sólo 65 kilómetros pero en la que se enfrentarán a 3 pasos montañosos como serán Peyragudes, Col d’Azet y final en el Col de Portet a 2.215 metros, un “nuevo Tourmalet” que se han sacado de la manga desde la organización y que es la prolongación de la ascensión a la estación de esquí de Saint Lary Soulan, en el Pla d’Adet, muy cercano al paso fronterizo de Bielsa.
Tras una etapa de transición que llevará al pelotón hasta un clásico final de etapa como es Pau, el día 27 de julio se retomará la alta montaña en una etapa con salida en Lourdes y que destila el aroma de los viejos Tours. La culpa de ello la tienen los pasos por puertos míticos del Pirineo, del Tour, en definitiva del ciclismo. Primero el Aspin, antesala del Rey de los Pirineos, el Tourmalet, para seguir hacia Argeles-Gazost y abordar un novedoso encadenado con Bordères, Soulor y Aubisque para acabar con un vertiginoso descenso hasta la meta de Laruns, a escasos 29 kilómetros de la frontera del Portalet en el Alto Gállego.
Días perfectos cerca de nuestra geografía para que el aficionado oscense tenga más motivos para seguir enganchado a este bello deporte, esta vez gracias a uno de los principales eventos deportivos que cada año se celebran en el mundo, el Tour de Francia, un Tour que este año se muestra en su recorrido variado, emocionante y cercano a nosotros.