ZARAGOZA | La despedida de Alberto Zapater fue el acontecimiento más emocionante de la temporada. Sirvió para mostrar la grandeza de una afición que llenó La Romareda de color y de sonido, en el contexto de un partido intrascendente en lo deportivo, pero con un valor simbólico único. “Esto no lo hacen por papá, esto lo hacen por el Real Zaragoza”, le dijo Alberto Zapater a su hijo en el centro de su discurso. Y el capitán fue un día más el mejor símbolo de su club, de la defensa de un sueño y el valor de los colores. Los cánticos que le dedicaron se integraron en el himno, en una sintonía coral e improvisada. El “volveremos otra vez” fue otro de esos estribillos recurrentes: expresa el deseo y una justicia histórica que solo se puede resolver en el césped.
Al homenaje acudió Jorge Mas, que lidera un grupo accionarial con muchos tentáculos. Si el dueño del grupo no sabía lo que significaba el Real Zaragoza, la despedida de Zapater le ha descubierto el lugar al que ha llegado y el club que acaba de comprar. Y para que los sueños de la grada se cumplan en el césped, la labor de este verano pasará también por los despachos. Quizá porque el primer año de la nueva propiedad se pareció en lo sustancial demasiado a todos los anteriores. En esta ocasión, la suerte de la temporada que viene se le ha encargado al triunvirato que forman Sanllehí, Cordero y Escribá. Entre los tres deben proyectar a un Zaragoza ganador, que muestre su rostro competitivo desde el inicio.
El homenaje a Alberto Zapater reunió a todo el zaragocismo. En La Romareda, se vio llorar a gente de todas las clases. Durante unos minutos, la suya pareció la más bonita de todas las causas. Alberto Zapater se fundió con la grada, en la mejor despedida jamás contada. Ojalá ese momento sirva también como el símbolo de un cambio, de un lugar distinto al que se ha visto en la última década. El lugar en el que se empezó a cumplir el cántico más repetido en los últimos años.
La fiesta de final de curso sirvió para cerrar una mala temporada. En el viernes más recordado del año, Alberto Zapater fue una parte más del himno. La historia se convirtió en leyenda y, la leyenda, en mito.