Un equipo que aspira a cosas grandes debe ser regular y equilibrado. El Zaragoza, hasta ahora, está siendo de todo menos eso. Los zaragocistas están siendo impredecibles, desordenados y caóticos. Mal panorama para poder aspirar a objetivos ambiciosos. En Albacete, los de Idiakez nos volvieron a mostrar su peor cara durante los primeros 45 minutos y por el contrario, dieron un cambio radical en la segunda parte, volviendo a poner de manifiesto su potencial ofensivo.
¿Qué sucedió en el Carlos Belmonte para ver dos caras tan diferentes de un mismo equipo? Un equipo solo alcanza la regularidad a través de la madurez y eso es lo que le está faltando al Real Zaragoza. O más que al Real Zaragoza, a Imanol Idiakez. El entrenador zaragocista comenzó la temporada muy bien, dando continuidad a un sistema y a unos jugadores. Las cosas parecían fluir.
El técnico ha tenido en las últimas semanas uno de esos “ataques de creatividad” propios de cualquier entrenador a lo largo de una temporada. No es la primera vez que lo vemos en la Romareda. Es la tónica habitual de cada campaña. En las última semanas, Idiakez decidió cambiar el rombo que daba equilibrio y presencia por dentro al Real Zaragoza para apostar por su tridente en ataque con un 4-3-3. Las cosas comenzaron a desequilibrarse y entonces el míster, empezó a mover la pizarra.
En Albacete se demostró que los zaragocistas juegan mucho mejor cuando acumulan hombres en el centro del campo. Ello les hace tener un juego equilibrado, mover bien el balón entre líneas y estar mucho más conectados. Eso no quiere decir que no se pueda jugar con Pombo, Gual y Vázquez juntos. De hecho, debe ser así. En Albacete tuvo que lesionarse Papu para que Idiakez dejará la creatividad a un lado y volviese a la lógica que le permite sacar lo mejor de cada jugador. Esta plantilla tiene potencial pero hace falta un buen maestro que sepa donde están los mayores recursos de cada uno de sus pupilos.
Tras empezar con Papu como mediapunta y Pombo y Vázquez arriba; la lesión del georgiano, situó al canterano zaragocista en el vértice alto del rombo y a los dos delanteros puros del Real Zaragoza (Gual y Vázquez) arriba. La imagen entonces, cambio radicalmente. Ahí, el Zaragoza es donde tiene su mejor recurso y no lo debe dejar escapar. Es la única manera de crear peligro, lograr goles y hacer que la inestabilidad defensiva se vea compensada. Y es que ahí es donde precisamente está el gran problema del equipo. El mal rendimiento defensivo de las últimas jornadas obliga a marcar al menos 2 goles para poder puntuar.
La defensa, por tanto, debe corregirse, ensayar el balón parado y manejarse mucho mejor en las ayudas. El sistema defensivo del equipo comienza desde arriba, con la presión en la salida del balón del equipo contrario; continúa en el centro del campo con las anticipaciones a los movimientos rivales y culmina en la propia defensa donde los futbolistas deben estar bien posicionados y mirando de frente, sin miedo, al rival. No lo hizo Lasure en el primer gol del Albacete y no lo hizo absolutamente nadie, en el segundo, donde Verdasca coló el balón en su propia portería por esa mala visión de juego del portugués.
Los dos goles del rival partieron de jugadas a balón parado. Esto se lo debe hacer mirar el equipo. Es normal que en las primeras jornadas se produzcan desajustes, pero con el calendario avanzando, esos mecanismos deberían estar ya en camino de corregirse. En cambio, es todo lo contrario. La culpa no es solo de los jugadores. Idiakez no ha contribuido en nada para poder lograr esa estabilidad defensiva. Primero apostó por Alex Muñoz, luego retrasó la posición de Verdasca, ahora deja fuera a Grippo y da la oportunidad a Perone. El míster debe decidir quienes son sus hombres de confianza en el centro de la zaga y darles continuidad para que sus acciones estén cada vez más compenetradas y a su vez, logren un mayor acoplamiento con Cristian en la portería.
Con el mal del equipo ya detectado y sabiendo que el potencial ofensivo no se debe tocar, ahora toca trabajar. La aparición de Eguaras tras su lesión es otra luz de esperanza para el equipo. Un jugador que sin duda, podrá equilibrar el Yin Yang zaragocista.