El Real Zaragoza empató un partido en el que había muchas cosas que perder. La manifestación en la previa y el desarrollo del partido hará que el encuentro sea recordado. No lo será, sin embargo, por el juego. En el minuto 32 se vio una de las imágenes más simbólicas de los últimos tiempos. La afición eligió, ante los ojos del mundo, el duelo ante el Valladolid como el día de su protesta. El equipo empató ante uno de los aspirantes, con más alma que fútbol, con más intención que juego. Huérfano de futbolistas diferentes, reinó Petrovic, testigo directo del plan de Juan Ignacio Martínez. El Zaragoza mereció más que su rival. El Valladolid no quiso o no supo brindar por las penas y la rabia de La Romareda. El resumen ya está escrito: el Zaragoza se ha convertido, para bien y para mal, en el equipo de Petrovic.
Álvaro Ratón (5): Correcto, completó su segundo partido en Liga y el capricho de este juego ha querido que los dos fueran ante el mismo rival. No tuvo que hacer paradas de mérito y resolvió las tentativas de Óscar Plano desde la distancia. Solo sufrió ante un remate de Weissman que se fue al larguero y al que él no hubiera llegado nunca. Frío en las salidas, frágil con los pies.
Fran Gámez (5): No profundizó por su costado, pero detuvo bien la amenaza de Morcillo. Su implicación en la marca le restó vuelo, pero nunca liberó a Borja Sainz del dos contra uno.
Jair Amador (5): No era un partido sencillo para él, porque le rondaba la sombra de Shon Weissman. Moderó su poder en el cuerpo a cuerpo, pero se equivocó demasiado en el inicio del juego.
Alejandro Francés (7): No le asustan los retos ni las situaciones más complejas que ofrece el juego. Estuvo impecable en el corte: mostró liderazgo y un punto de rebeldía cuando su equipo lo necesitaba. En la salida del balón, lo intentó con diagonales prometedoras.
Pep Chavarría (4´5): Gonzalo Plata le asustó en el primer tiempo, con detalles en una baldosa y duelos a la carrera en los que siempre le vencía. Se rehízo en la segunda parte, sin enfocar bien sus opciones para el centro.
Radosav Petrovic (8): JIM ha convertido al Zaragoza en su equipo. Condicionado por su poca presencia a lo largo de la semana, campó a sus anchas en La Romareda. Asumió responsabilidades en el juego y fue el mejor coche escoba. En la segunda parte, cuando parecía desfondado, resolvió las acciones más peligrosas del Valladolid. En esas últimas opciones, anuló con su cuerpo y veteranía la intención de Cristo González.
Francho Serrano (5): Voluntarioso, comprometido, implicado. Pero poco fino en la construcción y algo confuso en el último pase. Llega suelto al borde del área, pero le falta siempre mala baba en el remate.
Sergio Bermejo (7): Firmó su mejor partido en mucho tiempo. Actuó en la zona de interior y no estuvo de paso. Pidió el balón, regateó y se implicó en la recuperación. Si no es un caso perdido para la dirección deportiva, por primera vez en mucho tiempo, ofreció argumentos para su reinserción. Su cambio fue triste, por la incertidumbre en la que vive.
Borja Sainz (7): Ahora mismo, es el jugador más desequilibrante del grupo. Lo intentó siempre, a pie natural y a banda cambiada. Da la sensación de que el Zaragoza no explotó lo suficiente sus virtudes y un carril que pudo ser la llave del juego. Le ganó casi siempre el duelo a Nacho Martínez, centró con peligro y firmó la mejor opción del Zaragoza. Fijó, regateó y cruzó demasiado su disparo. Imprescindible.
Nano Mesa (5): Precipitado, ansioso e inestable. Probó fortuna en dos ocasiones, pero le faltó calma en el cierre de las jugadas. Se equivoca en los pasos más elementales del juego y pierde balones que deberían ser suyos. Se empeña en jugar para la grada y eso no siempre beneficia al equipo. Se retiró entre lágrimas, otra vez lesionado.
Iván Azón (6´5): Es un fantástico jugador de equipo, por mucho que no sea aún un gran delantero. Se ofreció como referencia, encajó golpes y proyectó las mejores transiciones. En el área le siguen faltando remates, experiencia y algo de colmillo.
Cambios del Real Zaragoza
Juanjo Narváez (3): Su fútbol se ha vuelto apático, siempre intrascendente. No es consciente de lo mucho que su equipo lo necesita. Su paso por el encuentro sirve para resumir su temporada: poca implicación, menos jugadas de mérito y varias faltas generadas.
Jaume Grau (6): Jugó con sentido y criterio en un campo de minas. El Zaragoza necesitaba pausa y cordura y Grau presentó en La Romareda su fútbol aseado. No elige el camino del riesgo y no ofrece grandes aciertos, pero apenas se equivoca.
Miguel Puche (SC): JIM le dio la recta final del partido y sigue pareciendo más cómodo en la izquierda que en el otro costado. Aún así, ofreció un centro de mérito.
Entrenador
Juan Ignacio Martínez (5): No era un partido sencillo para nadie y el técnico supo crear una burbuja para su grupo. El Zaragoza fue un equipo con más orgullo que ADN, pero igualó las fuerzas con esfuerzo y con sentido competitivo. Tardó en mover el banquillo y arriesgó con Petrovic, de entrada y en el desarrollo del encuentro. Le salió bien, entre otras cosas porque el partido fue casi siempre suyo. Pese a los méritos, el propósito y la implicación del equipo, no hay quien marque en este Zaragoza. Y conseguir 28 puntos con tan pocos goles es, para bien o para mal, su milagro de este curso.