Fran Escribá ha cambiado la suerte del Real Zaragoza. La llegada del nuevo entrenador ha provocado el efecto deseado: un impulso distinto y una respuesta automática en puntos. Carcedo perdió pronto la pista y su equipo se quedó sin marcar en 9 de los 15 partidos en los que dirigió al equipo. Frágil en los momentos de la verdad, el Zaragoza no encontró una identidad propia, hasta caerse siempre en las segundas partes y parecer vencido antes de tiempo. La transformación ha llegado solo en cinco partidos con Escribá, con los rostros y los números de su lado.
Escribá y los rostros del cambio
Escribá conoce el fútbol y sus secretos. Elige la pausa en el lugar de las prisas y en sus dibujos no hay grandes hallazgos, solo sensatez y naturalidad. El 4-2-3-1 de Carcedo es ahora un 4-4-2. En ese contexto, Giuliano Simeone vuela, mejor acompañado que antes. El cambio de entrenador le ha otorgado un lugar distinto a muchos de sus intérpretes.
Sergio Bermejo brilla en el sitio del 10. Víctor Mollejo entiende mejor el juego y busca su complicidad con Simeone. Francho Serrano es el ciempiés, el maratoniano que el Zaragoza necesita. Alberto Zapater ocupa ahora el sitio que se les reserva a los líderes, a esos portavoces que mejoran el campo y también el vestuario. En los últimos partidos, Escribá le ha levantado el castigo a Alejandro Francés. El canterano ha mostrado en sus dos titularidades algo que ya se supo en el pasado: libra por libra, es el mejor defensor del grupo.
El primer tropiezo y el punto de inflexión
De un giro de guión en los banquillos se espera siempre un efecto inmediato. Fran Escribá se topó con el mayor obstáculo en su primer partido, en la eliminación copera ante el Diocesano. Pudo ser un golpe irreparable, pero el técnico se encargó de verbalizar en su primer minuto lo que pensaba el resto desde hacía tiempo: “Los jugadores están como tienen que estar: avergonzados”.
La frase, tan dura como real, espoleó al grupo. El técnico no utilizó la bronca como una norma, sino como un recurso. Escribá consiguió que la imagen cambiara al poco tiempo, en su estreno en La Romareda ante el Málaga. En un contexto favorable, el Zaragoza llenó el partido de ocasiones y mostró por primera vez una cualidad poco frecuente en el curso: el equipo aragonés se levantó de un resultado adverso. Lo hizo solo para empatar, pero logró mutar la imagen general.
Escribá y los números del cambio
El primero de sus triunfos llegó ante el Ibiza, al abrigo de La Romareda, en un descuento agónico que alegró Bermejo. Antes del duelo del pasado sábado frente al Huesca habían mediado dos empates a domicilio, contra Burgos y Albacete. En el choque ante el equipo del Cuco Ziganda, La Romareda fue una fiesta. Si el Zaragoza fue un vendaval, en El Municipal se vivieron imágenes ya olvidadas, con más de veinte mil palmadas al viento.
Los números resumen también el cambio de tendencia. El Zaragoza de Carcedo solo logró sumar 16 de los 45 puntos que disputó, un 35% de los que estaban en disputa. Solo marcó 9 goles en 15 partidos, una cifra que ya está cerca de igualar Escribá en un tercio de esos encuentros (8 tantos en cinco partidos). Fran Escribá ha alejado a su equipo de los puestos de descenso y en su balance pocas cifras parecen tan significativas como sus 9 de 15 puntos logrados, hasta alcanzar un 60% de los que estaban en juego.
Los protagonistas, las frases y los números demuestran una evidencia que ya estaba escrita. El Real Zaragoza es otro con Fran Escribá.