Alrededor de una mesa coinciden dos zaragocistas de toda la vida. Han quedado un rato antes, en el mismo bar de siempre. Dan la impresión de tener un pacto tácito: son una de esas amistades que no necesitan cultivarse con otra cosa que las rutinas compartidas. Han aprendido a escribirse whatsapps escuetos, rara vez en minúscula. Acuden siempre a los mismos lugares y llevan más de treinta años sentándose juntos en La Romareda. Ni siquiera dan la impresión de compartir opiniones políticas, ideológicas o vitales. Pero llevan tantos años siendo amigos que han aprendido a soportarse. Hay una cosa que les une por encima de todo: el Real Zaragoza. Aunque últimamente han descubierto que también eso les separa.
Juan vive en una cápsula del tiempo. Recuerda con frecuencia los mejores momentos del Zaragoza. Su memoria se acentúa en el pasado, como si no hubiese espacio para el presente. Pero está lejos de ser un problema de la edad. Más bien es un mecanismo de defensa. Si le preguntas, recuerda el primer once que puso JIM en Torrelavega en su estreno en Copa y tiene en mente a los once futbolistas que cayeron frente al Diocesano. Se acuerda también de quién falló los goles en el partido que dejó al Zaragoza a las puertas del ascenso. Se acuerda de todos los futbolistas que pasaron por aquí, aunque ya no quiera recordarlos.
Fran es un optimista por naturaleza. Ligeramente más joven, siempre cree que esta será la temporada del ascenso. Lo creyó las tres veces que el Zaragoza estuvo a punto de bajar y lo pensó con más fuerza en la promoción ante Las Palmas, en el duelo ante el Numancia y en la eliminatoria ante el Elche. Es el primero en renovar su abono y consigue convencer a Juan de que lo haga temporada tras temporada. Él se hace de rogar, pero sabe desde hace tiempo que sin los disgustos que le da el Zaragoza su vida sería mucho más triste.
Los dos discuten por el mismo periódico, sin percatarse de que son escuchados. Juan inicia la conversación, un ensayo de la que tendrán mañana y una repetición de la que tuvieron ayer.
Juan: Volviste a perder la porra. No sé a quién se le ocurre apostar por un 1-4.
Fran: Tampoco era tan descabellado pensar que el Zaragoza le podía vencer al Diocesano por ese resultado, juegan en Segunda RFEF.
J: La culpa no es tuya. Tiene delito perder ante un equipo de curas, que juega en una liga que no sé ni cómo se llama.
F: La Copa ya no es nuestra lucha y creo que con Escribá las cosas van a ir mejor.
J: A este equipo no lo levanta ni un híbrido entre Guardiola, Zidane, Mourinho y Klopp.
F: Escribá es un entrenador de Primera, me recuerda a JIM en muchas cosas. El Zaragoza necesita un técnico tranquilo, para que los chicos vuelvan a creer en sí mismos…
J: Le falta sangre y rasmia. Yo prefería a Jémez, los hubiese puesto a todos firmes.
F: Con Jémez hubiésemos visto mejor fútbol, pero todo el día con líos. Si ve algo que no le gusta, es capaz de reventar al equipo por dentro.
J: Prefieres a diplomáticos, pero esto es un equipo de fútbol, no una embajada.
F: Hazme caso. Escribá es el mejor entrenador que podíamos tener ahora.
J: Aunque fuera así, no va a hacer que esta cuadrilla de mantas empiece a jugar bien a fútbol. Gueye es un dolor, Mollejo un engañagradas, Grau parece bueno pero es más frío que un lunes en La Estación…
F: Yo creo que este equipo da para mucho más. En Segunda División ganas tres partidos y estás ahí, en la pomada…
J: No vayas por ahí. Torrecilla se ha ido pero se ha dejado la dichosa pomada.
F: La Segunda División te da segundas y terceras oportunidades… Mira cómo subió el Elche…
J: No me hables del Elche ni de esa temporada. Lo teníamos en la mano. Ya lo dijo Zapater, ese era el año. Si nosotros subimos alguna vez será con récord de puntos. Pero me estoy haciendo viejo, ya no lo verán mis ojos.
F: Yo creo que subiremos cuando menos te lo esperes. Y lo verás conmigo. No descartes que sea este año. Este sábado le ganamos al Málaga: Giuliano vuelve a marcar, Bermejo hace un partidazo y llegamos muy vivos a invierno.
J: Giuliano es el único que hace algo, pero es un destalentado. Le pones una pared y en vez de regatear la tira a cabezazos.
F: Tiene hambre y eso es exactamente lo que necesita este equipo.
J: Este equipo necesita una transfusión y ocho fichajes en invierno. Con Nayim, Higuera, Aragón, Poyet, Aguado, Pardeza, Belsué y Esnáider me conformo.
F: Los americanos van a poner pasta. Se habla de cuatro o cinco incorporaciones.
J: Esos han comprado el club y los vamos a ver tres veces. Bienvenido Mr Marshall.
F: Yo creo que son gente seria, han reducido la deuda y ahora pondrán toda la carne en el asador.
J: Sí, como en el McDonall´s. Y si me das a elegir prefiero El Dumbo…
F: Parece que disfrutas de las desgracias, Juan. El sábado ganamos en La Romareda y el lunes lo celebramos.
J: Ten clara una cosa. Cada vez que ganemos, pienso celebrarlo. No sabemos cuándo volverá a pasar.
F: Ya hemos ganado alguna vez esta temporada y nunca te veo feliz.
J: Tampoco me gustan los eclipses, uno nunca debe cogerles mucho cariño.
F: Estoy convencido de que un par de victorias lo cambiará todo.
J: Siempre nos quedará París…
F: En La Romareda empezará todo…
Juan le hace un último gesto antes de separarse, como si le considerara una causa perdida, un soñador sin remedio. Fran cree que su amigo es un cenizo de manual y que llama al mal fario.
Se despiden casi sin mirarse y no necesitan acordar que en su próxima cita harán balance del partido ante el Málaga. Para bien o para mal, han decidido que su conversación dure para siempre…