ZARAGOZA | El Real Zaragoza cayó sin consuelo en Eibar (1-2), en un partido triste, que hace visible la crisis de todos los inviernos. No parece ya una cuestión de dibujos o sistemas, sino de actitud, ánimo y juego. El equipo de Víctor Fernández atraviesa una depresión sin precedentes en el curso y ni siquiera cuando sangra, llora. Venció bien el Eibar, con goles de Antonio Puertas y Madariaga, sin mojarse en plena lluvia, sin sufrir casi nunca por su ventaja. Solo Adrián Liso pudo maquillar la derrota, en una acción que servirá para reanimarle a él, pero que no resucitó al resto.
La caída de Ipurúa no se avecinó al principio, pero se maduró en el norte, como una lluvia constante. El Zaragoza resbaló ante un Eibar que mostró mayor poder en sus golpes: enfrente estaba un equipo de peluche. Y eso que no empezó del todo mal el equipo maño, que siguió la partitura de su dibujo, con más control que daño, con más pases que disparos. El equipo se presentó en el partido, a través del juego posicional de Marc Aguado, con Aketxe y Ares flotando entre las líneas. Pero todos jugaron, si jugaron bien en algún punto, jugaron sin áreas. Y si alguien tuvo la portería en la cabeza fue el Eibar y Antonio Puertas, que marcó en el minuto 21 el gol que lo cambió todo, la acción que descubrió las penas del Zaragoza (1-0).
El Eibar se adelantó en una jugada larga, colectiva, en la que el equipo armero desnudó por completo al Zaragoza. El desmarque de Jorge Pascual destapó el mayor del equipo de Víctor Fernández. Perdió Clemente la referencia del pasador y Lluís López la de Antonio Puertas. En esa postal mostró el Zaragoza su fragilidad: tuvo tres defensores, pero no defendió bien ninguno.
El Zaragoza encajó y sufrió el golpe, acostumbrado ya a jugar a contracorriente. Quiso revivir en el perfil diestro, a través de la complicidad de Aketxe y Marcos Luna, impulsados por los pies y las recuperaciones de Francho Serrano. En el mejor intento del Zaragoza, Aketxe proyectó su golpeo. Su disparo, tenso y con veneno, lo rechazó Madariaga en una acción de mérito. A la salida del mismo córner, Luna tocó el larguero con un cabezazo.
Ahí se acabó la reacción del Zaragoza, que cuidó demasiado su caligrafía, sin ponerle tinta a sus ataques. Jugó horizontal y solo probó fortuna desde la larga distancia. Mientras tanto, el Eibar pensó siempre en Femenías y aprovechó las lagunas del Zaragoza a campo abierto, vulnerable en la defensa individual y colectiva. Ganó el equipo armero reanudación, en una acción en la que la defensa de Víctor llegó a perder tres duelos consecutivos. Antonio Puertas y Cristian Gutiérrez se pasaron el testigo del ataque, hasta que Madariaga llegó a la meta (2-0).
Un Zaragoza sin constantes vitales
El Zaragoza parecía entregado, vencido desde el segundo tanto, incapaz de cambiar su suerte. Fue el peor Zaragoza de la temporada, un equipo sin constantes vitales, rendido, triste y sin síntomas de rebeldía. En ese punto, a diez minutos del final, Adrián Liso decidió que él no iba a ser uno más en la derrota. Eligió un regate hacia la derecha, aquel que le cambió la vida en El Alcoraz, esta vez partiendo desde la izquierda. Su eslalón terminó con un golpeo raso, nítido a gol, que despertó el partido e hizo creer al Zaragoza (2-1). Buscó en ese tramo el empate, a través de su toque de corneta, con las luces de emergencia. Lo hizo sin suerte y sin pólvora.
Se estrelló el Zaragoza con la empalizada del Eibar, alternando centros con diestros desde la izquierda, que morían a un mundo de la ocasión. Liso no se rendía, pero a sus intentos le faltaron acompañamiento, alguna triste opción de remate. El gol fue un espejismo. Pronto el equipo volvió a parecer muerto, incapaz de encontrar a Soberón en su regreso, que llenó el campo de delanteros que nunca ocuparon las áreas. Perdió amenaza el Zaragoza con la salida de Azón, que había firmado un mal partido, entre otras cosas porque el relevo de Alberto Marí siempre pareció inofensivo.
El descuento mostró la impotencia del Zaragoza, incapaz de generar una ocasión, de ahogar a un Eibar que supo administrar con pases su ventaja. Perdió sin consuelo el equipo de Víctor Fernández, en un escenario que seguirá siendo maldito, y que certifica su mayor crisis de la temporada. Suma ya seis partidos sin vencer y el Zaragoza parece frío, pálido, sin instrumentos para cambiar la dinámica. Un día más y un año más tarde, Ipurúa fue una gota fría para el Zaragoza, el lugar de su hemorragia.
Ficha técnica:
Eibar: Jon Magunagoitia; José Corpas, Chema Rodríguez, Aritz Arambarri, Cristian González (Hodei, 75’); Sergio Álvarez, Matheus Pereira (Nolaskoain, 66’); Antonio Puertas (Alkain, 75’), Ander Madariaga, Toni Villa (Guruzeta, 66’); Jorge Pascual (Bautista, 83’).
Real Zaragoza: Joan Femenías; Marcos Luna, Lluis López, Jair Amador, Enrique Clemente (Soberón, 70’), Iván Calero; Marc Aguado (Pau Sans, 70’, Francho ; Aketxe (Liso, 61’), Adu Ares (Toni Moya, 61’); y Azón (Marí, 77’).
Goles: 1-0, min. 21: Antonio Puertas. 2-0. min. 53: Madariaga. 2-1, min. 80: Liso.
Árbitro: Muresan Muresan (Comité valenciano). Mostró amarillas a Adu Ares (24’), Jair Amador (35’), Matheus (62’), Antonio Puerta (68’), Pau Sans (80’), Calero (82’).