El Real Zaragoza empató ante el Betis en el ensayo más esperado de la pretemporada. Si en la primera mitad fue un equipo práctico y sin complejos, en la segunda fue capaz de igualar un marcador adverso. Esa es una de las tónicas de la pretemporada. El equipo de Carcedo suele encajar el primer golpe (lo ha hecho en 5 de los 7 ensayos de verano), pero también ha mostrado una gran capacidad de respuesta. Ante el Betis lo hizo de un modo inesperado, con los goles de Radosav Petrovic y Giuliano Simeone. En ese punto de la tarde, el equipo sevillano ya daba por hecha su victoria.
La primera mitad, del Zaragoza a los puntos
El Zaragoza mostró una cara feliz en la primera mitad. Fue un equipo serio, bien trabajado, capaz de reducir todas las distancias ante el Betis. Durante muchos tramos, dominó el juego y sus secretos y descubrió a Iván Azón a la carrera. El delantero pudo con la sombra de Bartra en sus primeros duelos, mostró que tiene recursos y armadura de primera. Se le ve fino, inspirado, con la ambición de que este sea su año.
El equipo de Carcedo estructura ya su plan, con Manu Molina como única novedad asentada. El equipo es generoso en los esfuerzos y se aplica, con algunas lagunas todavía por mejorar, en el trabajo sin balón. Una de las leyes que se aplican en el fútbol es que ante los mejores rivales se prueba la verdadera entidad de los futbolistas. Y a Pep Chavarría, Jaume Grau, Sergio Bermejo e Iván Azón les sentó bien la prueba del Betis. Les sirvió para que el resto y ellos mismos vieran que valen para esto.
Hasta la pausa de hidratación no hubo rastro de la partitura del Betis. Es uno de esos equipos que tiene estilo propio y que se ordena a través de un mago: Sergio Canales. El futbolista cántabro luce mejor en el momento de la verdad, es mejor en los desenlaces del curso que en los principios de temporada. Aún así, en dos o tres destellos ante el Zaragoza, mostró que todos sus planes son de seda.
Durante muchos minutos el Zaragoza controló el juego y se asomó a través de la zancada, siempre aparatosa de Azón, y en un remate de Francés. El mismo canterano, decisivo en las dos áreas, salvó un gol sobre la línea (incluso pudo parecer que ya estuviera rebasada). El Betis descubrió la llave del partido en esa emboscada sobre Manu Molina. Al equipo andaluz le sentó bien la pausa y preparó sus avances para el segundo tiempo.
Los goles llegaron en la segunda mitad
Si el primer tiempo sirvió para medir los planteamientos de Carcedo y Pellegrini, el segundo fue más de los jugadores que de los técnicos. A campo abierto, nadie es tan letal en el Betis como Juanmi, que aprovechó una dejada sutil de William José. Con Francés despistado y Jaume Grau a dos cuerpos de su zancada, se deshizo de Cristian Álvarez con una plástica cuchara (0-1).
La desventaja puso a prueba la capacidad de respuesta del Zaragoza. Bermejo protagonizó el primer intento: lo hizo todo bien y todo mal en la misma jugada. Regateó primero y se emborrachó después, para disparar a las piernas del Betis. Llegó el carrusel de cambios y desde el banquillo el Zaragoza puso el hambre de Puche, Mollejo y Simeone al servicio de la remontada. También el ímpetu de Francho Serrano, al que se le apagaron las luces en una salida del juego. Ese error trivial lo convirtió Loren en una pena máxima. El delantero del Betis se sacó un misil de su empeine, centrado, pero teledirigido hacia las redes de Cristian Álvarez (0-2). El portero argentino, sorprendido por el poder del golpeo, solo pudo embellecer el tanto con su estirada.
Todo parecía perdido entonces, pero el Zaragoza se dejó el resto en el tramo final del encuentro. Un disparo tímido de Radosav Petrovic venció a Dani Martín (1-1), que descubrió sus defectos en esa misma esquina. Francho Serrano no había olvidado su error en el tanto de Loren y decidió que iba a cambiar su suerte en el día. Apareció en el área, indetectable, camuflado entre la multitud bética. Su centro no fue limpio, pero sí certero. Allí apareció Giuliano Simeone, a tiempo para su estreno (2-2). Listo para firmar un empate lleno de mérito.