ZARAGOZA | El Real Zaragoza acaba de hacer oficial el regreso de Enrique Clemente. El zaragozano vuelve a La Romareda y ocupará un lugar estratégico en el plan de Víctor Fernández. Será un complemento ideal para la zaga, una elección decidida de su técnico. Clemente regresa a su lugar de formación, al sitio de sus recreos.
Considerado un central especial desde siempre, llegó a la cantera zaragocista a los 10 años. Su formación en La Ciudad Deportiva le llevó a las categorías inferiores de la selección española. También le permitió ascender al primer equipo, donde nunca logró asentarse del todo. En su mejor curso, jugó 20 partidos a las órdenes de Víctor Fernández, que no ha dudado en recuperarle para la temporada.
La ilusión por volver a casa pic.twitter.com/E5NaiWAiJc
— Real Zaragoza (@RealZaragoza) August 27, 2024
Despreciado por la dirección deportiva de Miguel Torrecilla, buscó salida en el Logroñés, el Sanse y se aclimató al fútbol de Primera en la Unión Deportiva Las Palmas. El curso pasado jugó en el Racing de Ferrol, donde ha mostrado su mayor punto de madurez. Clemente buscaba un lugar en la categoría de plata y la opción del Real Zaragoza siempre pareció la mejor.
Aseado en la salida del juego, conocedor del contexto y de La Romareda, el central ha sido una oportunidad de mercado, también la primera cesión del verano. El Zaragoza compartirá el salario con la UD Las Palmas, que seguirá siendo propietaria de sus derechos. Capaz de adaptarse a varias posiciones, será un perfil útil en la rotación del Real Zaragoza, especialmente valioso en las jornadas de selecciones. Clemente elige un camino sentimental: vuelve al lugar de sus mejores recuerdos.
Desde los diez años en el Real Zaragoza, durante muchos años se le consideró la perla de la cantera. Una cantera, la de esa época, menos productiva que la de ahora. Un defensa espigado, con mucha clase con el balón en los pies, y capaz de dar pases inverosímiles a larga distancia, pese a su juventud. Tras su deut con Víctor Fernández, la época post-covid19 le pasó factura, a guisa de efectos secundarios del “bicho”, y lo sentenció. Y, de un poder ser, se pasó a un no vale. Y Clemente se malogró para el Real Zaragoza como tantos otros en la historia de nuestro amado club. De ser la perla o el diamante en bruto de la cantera, se pasó (una cosa muy típica por estas tierras), a morralla que no se podía vender ni a peso. La afición le reprocha unos gestos de alegría tras un gol del Ferrol en La Romareda. Me gustaría que todos relativizáramos estas cosas y que empatizáramos un poco: eran los gestos viscerales de un muchacho de “veintipocos” que quizá se consideró, con razón (y a las pruebas de su fichaje actual me remito), algo “maltratado” en el club de sus amores; tan solo eso.