Espigado, atento, risueño y con un desliz tímido pero a la vez educado. Atiende mi visita un jugador tan querido como fundamental. Un escudero silencioso capaz de poner sentido al sinsentido y dibujar la calma entre un mar de tempestad. Reposado y con la serenidad de saber que vive un dulce momento, su mirada fija empieza a demostrarme que está ante mí un hombre de ideas claras, convicciones fuertes y leal. Él es Juan Aguilera Núñez.
23 de febrero de 2016. Ese día estará marcado en la historia azulgrana. La llegada de un semidesconocido madrileño, fuera del mercado, como agente libre y proveniente de la Superliga Griega marcaba la actualidad de un ’23F’ que lejos de lo que pueda parecer, sembró una luz de esperanza en la reciente historia del fútbol oscense. “Me llamó el Huesca a mediados de febrero y dije que sí”, me comenta sin dudar.
Fruto de un mercado extraño, aquel invierno quedó marcado por la incertidumbre. “Intenté buscar todo el mercado de invierno algo provechoso y me quedé sin nada. Me hice agente libre, el Huesca tenía plaza y aquí estoy. No sé muy bien lo que se comentó, pero vine a Huesca firmado ya”, explica Aguilera, dejando claro que las relaciones con su empresa de representación son excelentes: “Llevo un montón de años con ellos (Bahía). No te marean. Si hay algo te lo dicen y si no, no”.
Mucho se llegó a hablar este pasado verano sobre una supuesta oferta del Real Oviedo. El medio madrileño se muestra tajante: “Ni Anquela ni nadie del Oviedo me llamó diciéndome que me querían”, indicando que su sitio estaba en Huesca y aunque con mucha cautela, dentro del vestuario se era consciente de que la base estaba hecha. “El club está haciendo las cosas bien, con mucha cabeza”.
“Ojalá seamos un Eibar o un Leganés”
La fuerza radica en el colectivo, ese colectivo que crece al cobijo de un enorme trabajo y una enorme convicción. Ni la salida de jugadores importantes ha podido trastocar una velocidad de crucero que puede tener un puerto llamado felicidad. “La temporada pasada ya fue increíble, pero los fichajes que han venido han aportado muchísimo. El entrenador ha cambiado el modelo de trabajo y entre todos lo estamos consiguiendo”, dice orgulloso.
Le hablo de la palabra ascenso y su mirada no rehúye mi pregunta. Se queda fija, segura y me esboza: “Con el trabajo que estamos haciendo no es casualidad. En el vestuario lo hablamos. Si llevamos 10 jornadas primeros, ¿por qué no? Está claro que van a apretar mucho, pero ahora es cuando tenemos que dar la cara”.
En ese momento ambos nos miramos y sonreímos con cara de mucha felicidad. “Ojalá seamos un Eibar o un Leganés”, me espeta recordando su pasado pepinero donde militó 3 años en Segunda División ‘B’. Club que, como él mismo confirma, ha cambiado radicalmente: “Ya ves qué diferencia. La gente que ha entrado (Leganés) le ha pegado un cambio radical”, entreviendo un pequeño paralelismo con el Huesca de hoy en día.
Pero todo en la vida tiene un pasado y el de Juan Aguilera comenzó a forjarse en las categorías inferiores de Real Madrid y Getafe, donde en edad juvenil hizo su debut con el equipo filial (Getafe ‘B’). De allí pasó al Navalcarnero, donde a sus 19 años debutaría en la Segunda División ‘B’, hecho que le abrió las puertas del Leganés. Tras su periplo de 3 temporadas en el club leganense le llegó la oportunidad en el Murcia Imperial (filial) para acabar siendo un jugador vital en el Real Murcia de Iñaki Alonso, con el cual conseguiría el ascenso a la categoría de plata de nuestro fútbol nacional.
Sobre Anelka: “Estaba increíble, era el primero que se ponía a correr, era muy bueno”
Pero un día la vena inquieta afloró y Juan Aguilera buscó un reto difícil a la vez que motivante. Tras finalizar su contrato en Murcia, emigró. “Acabé contrato en Murcia y a pesar de que me salieron varias cosas de Segunda ‘A’ y algún equipo potente de Segunda ‘B’, tenía ganas de probar algo fuera. Se lo trasladé a mi representante y a la semana me encontraron un equipo en Grecia, Superliga, Primera División y no me lo pensé”.
Afincado en el país, acomodado a su cultura, su vida varió de imprevisto. “Cuando estaba hablando de mi renovación con el Platanias en Grecia por 2 ó 3 años, me surgió la posibilidad de ir a la India y no me lo pensé”, dejando claro el alma viajera que por aquel entonces tenía Juan en su cabeza.
Su llegada a la India dejó un invitado sorprendente. La figura del conocido Nicolas Anelka se cruzaba por su camino. “Era el entrenador-jugador del Mumbay City, era el que mandaba”, me cuenta entre sonrisas. “Yo cuando le vi pensé si estaría físicamente mal, fuera de forma, pero nada más lejos de la realidad”. En ese instante su cara se trasforma en asombro. “Estaba increíble, era el primero que se ponía a correr, era muy bueno”.
Sobre sus amigos: “Están flipando todos, creo que están incluso más ilusionados que yo”
Pero todo momento importante tiene su lado humano. En ese mismo momento muestra la cara el Juan más personal, más cercano. Ese periplo enriquecedor también tenía su lado más duro: la distancia. A pesar de compartir experiencia con una persona fundamental, su pareja, la añoranza también tenía reservado su hueco. “La familia y los amigos, eso es lo que más echaba de menos”, me comenta emocionado.
“Desde que me fui hace 10 años, y sobre todo en Grecia, veía 1 ó 2 veces al año como mucho a mis padres y amigos”. Amigos que andan enloquecidos con esta SD Huesca triunfal. “Están flipando todos, me siguen muy de cerca. Cada vez que ganamos me mandan fotos. Creo que están incluso más ilusionados que yo”.
En una última confesión le recuerdo la emotiva ovación que recibió en el inicio de temporada en un entregado Alcoraz. “Fue algo increíble”, confiesa orgulloso. Ese momento significó un relato de amor verdadero, una declaración de intenciones de un público que en cada ocasión que tiene muestra su cariño por un jugador honrado, prudente y vital. “Me siento querido, la gente está ilusionada”, argumenta en un tono de agradecimiento y responsabilidad.
Sin más dilación mi agenda se comienza a cerrar, agradecido por su trato amable, cariñoso y educado. Satisfecho por la oportunidad de conocer a una de las personas más queridas de esta pequeña pero coqueta ciudad, y sobre todo enriquecido por impregnarme del aroma de un excelente jugador profesional. Un espejo de niños y una añoranza de quienes apenas tuvimos la oportunidad de ver este mundo a través de una película de cristal. Ansioso de ver jugar en Primera a un jugador y una persona ejemplar. Ese día seré dichoso, pero no sólo por mí, sino también por Juan.