Dos equipos completamente distintos. No los que jugaron la primera y la segunda parte el sábado, que también, sino el anterior y el posterior a la presencia de Escribá en la capital aragonesa. El técnico ha conseguido cambiarle la cara a un equipo sin alma. Un grupo desangelado, incapaz de competir todos los partidos y con la única aspiración de no descender, ahora quiere más. Esta vez Sanllehí acertó de pleno.
Es de alabar y de reconocer el trabajo de Fran Escribá y compañía en el Real Zaragoza. Por sensaciones, actitud y resultados han dado un giro radical al vestuario. La metamorfosis generada es evidente, pues aun con la mala fortuna de caer en Copa y de observar cuatro choques desde la grada por una sanción del pasado, ha logrado que sus chicos sumen 13 puntos de los 24 disputados, lo que supone 1,63 por partido. 3 victorias, 4 empates y solo una derrota, contra el Leganés por la mínima. Unas cifras que hay que poner en valor, ya que eran inimaginables para un combinado que había cosechado 16 puntos de 45 (0,36 por partido).
Un equipo goleador
Aparte de dicho balance, ha habido un antes y un después en muchos aspectos. Entre ellos, el ofensivo. Con Juan Carlos Carcedo, el equipo anotó 9 goles en 15 partidos y no vio portería en 9 de ellos. Era de los conjuntos menos goleadores de la categoría. Actualmente, el Real Zaragoza marca una media de 1,5 goles por encuentro, lleva 12 en 8 partidos, habiendo podido anotar 3 tantos ante Huesca y Villarreal B. Así pues, uno de los mayores problemas de los blanquillos, la escasez de gol, se ha solventado.
Por otro lado, en lo defensivo los maños encajan ligeramente más, con 1 gol por partido, por 0,86 en la era Carcedo. Una diferencia pequeña que se suple con la presente capacidad goleadora.
Más allá de resultados
Por encima de todo, el valenciano ha logrado algo trascendental: cambiar la actitud de sus futbolistas. Una condición que se ve a lo lejos. Antes la palabra confianza parecía no existir en el diccionario. Ahora sí. Escribá ha despertado el espíritu ganador del colectivo y con ello se han competido todos los partidos hasta el momento. Una sensación que no existía con Carcedo, donde el equipo se daba por vencido con el primer golpe sufrido. El mayor ejemplo de esa fe es el duelo de la pasada jornada frente al Villarreal B. Tras una pésima primera parte, porque sí, sigue habiendo minutos malos, el equipo no se rindió y tuvo el coraje de salir del vestuario con todo para darle la vuelta al resultado. Creyeron que era posible, y lo lograron.
El juego no siempre es brillante, con constantes altibajos, pero el nivel ha mejorado mucho. Nadie es imprescindible y todos están enchufados para demostrar que merecen minutos. Así, la mayoría ha regresado a su mejor versión.
Bermejo, hasta su lesión, había recuperado su magia y su buen juego, Giuliano se siente mejor teniendo apoyo arriba y Azón ha tenido un regreso ideal. También Mollejo ha encontrado su lugar y está mucho más metido en los partidos. Y por último, el más favorecido, Francho Serrano. El canterano ha vuelto a ser él y su figura es vital.
Soldados de Escribá
Dentro de las obvias limitaciones de la plantilla y de la acumulación de bajas, Fran Escribá está sacando el mayor rendimiento de sus armas. Aunque todavía queda mucho por remar, está demostrando por qué debíamos confiar en él. Con los pies en la tierra, pero con la ilusión de que este hombre nos haga soñar por algo más grande.
Siiiii!!!
De Leganés a Zaragoza (Mirandés)… pasando por Gijón… y sin contar las benditas prolongaciones…
Jugando y jugando con las teclas… puede que las afine…