Quince años atrás, un 15 de febrero de 2006 se produjo en la Romareda un acontecimiento histórico. Ese 6-1 al Real Madrid no fue un título, pero su recuerdo se transmitirá de generación en generación con mayor voz que algunos trofeos. Desde una playa de Salvador Bahía uno de los principales protagonistas de esa noche, el bigoleador Ewerthon Henrique de Souza se emociona al retroceder 15 años atrás. “Lo recuerdo como si fuera ayer. Fue algo espectacular. Cuando llegó el día de jugar contra el Real Madrid de los galácticos sabíamos que iba a ser muy difícil, pero tuvimos una noche fantástica”.
El partido fue el punto más álgido, pero el camino ya despertaba cierto relato. Eliminar al Atlético de Madrid en octavos de final (0-1 en el Vicente Calderón) y al todopoderoso Barça de Ronaldinho y Rijkaard, que ese mismo año se proclamaría campeón de Europa. 4-2, en una Romareda que ya olía la épica.
“Estudiamos muy bien al Real Madrid. Arriba eran un equipazo con los galácticos, pero en su marcaje sin balón no eran tan buenos. Dejaban muchos espacios. Recuerdo que ese día Diego Milito y yo jugamos muy cómodos fuera del área. Entramos mejor que ellos en el partido y a lo que intentaron reaccionar ya íbamos 3-0”. Un pase largo de Ponzio por la banda derecha llevó a una disputa física entre Ewerthon y Helguera. En el duelo en velocidad, el central del Real Madrid tuvo que agarrar al delantero del Real Zaragoza para intentar frenarle. El resultado precipitó a Helguera al suelo y la flecha asistió a Milito para el primero. El arranque prometía.
“Éramos un equipo que tenía una forma de jugar muy simple. Cada uno desde su posición sabía qué hacer. Practicábamos un fútbol ofensivo, pero simple porque gozábamos de grandes posibilidades arriba. Teníamos a Diego que hacía muchos goles. Yo era un hombre de mucha velocidad y que además de marcar goles podía crear jugadas fuera del área, Cani desde atrás tenía mucha fantasía y Albert Celades en el mediocampo siempre estaba metiendo buenos balones hacia delante”.
Así resume Ewerthon a un equipo capaz de anotarle un set al Real Madrid de Ronaldo, Beckham, Zidane, Guti o un adolescente Sergio Ramos, que fue superado por una de las parejas de delanteros más recordadas en el fútbol español: Diego Milito-Ewerthon. Sin embargo, en la capital aragonesa siempre existió el rumor de que no se llevaban bien. Que el brasileño no quería jugar en banda (finalmente ambos cohabitaron en un 4-4-2).
“Fuimos una pareja increíble. No éramos egoístas. Yo era un jugador de salir más del área hacia los costados para atacar la profundidad y Diego quedaba por el centro. Siempre nos entendimos muy bien en el campo. Nuestra relación personal era buena. Pero había momentos en los que no concordábamos. Algo normal cuando estás en un grupo. Fuera del campo yo hacía mi vida y él la suya. Él es argentino, yo brasileño, cada uno tenía su filosofía de vida. Pero insisto dentro del campo éramos grandes socios. De hecho, si repasas el historial de goles, la mitad de cada uno eran a asistencia del otro”.
Una dupla que fue el deleite de la noche. Los cuatro tantos de Diego Milito fueron adornados sutilmente con el doblete de Ewerthon. Para el eterno recuerdo ese disparo a bote pronto de parábola sobrenatural que apuntilló el 6-1. “Quizá fue el mejor gol de mi carrera” señala el brasileño. “No hubo mucha celebración porque sabíamos que íbamos a tener un partido de vuelta muy difícil. Y así fue. Fíjate que en los minutos iniciales yo marqué un gol legal y lo anularon por fuera de juego. Habría sido el final de la eliminatoria, pero el árbitro se equivocó. Nos apretaron mucho. A los 10 minutos íbamos 3-0 y es verdad que dentro del campo sentimos nervios. Pero al final conseguimos pasar”.
A pesar de aguantar y clasificarse para la final, no todos los cuentos de hadas tienen final feliz. Tras eliminar a tres históricos se presentaba un Espanyol ubicado en la parte baja de la tabla. Las finales no se juegan, se ganan, y el Espanyol dio la sorpresa. “Fue muy triste perder la final. Habíamos hecho una Copa del Rey muy especial. Le salió todo bien al Espanyol y a nosotros no. Nuestro portero expulsado después del 1-0. Jugar con diez jugadores… Nos faltó ritmo, además. Durante el resto del torneo jugábamos miércoles copa, domingo liga. Y la final fue dos meses después, mientras no nos jugábamos ya nada en la Liga… Llegamos algo desconectados” indica Ewerthon con un tono de voz incapaz de esconder cierta lástima.
“Después del 6-1 tuve ofertas, sí. Me llamó el Valencia y algunos equipos de fuera de España. Pero claro, era una época en la estaban limitados los pasaportes. Una de las cosas más especiales que recuerdo por esas fechas fue con Pekerman. Por entonces era el entrenador de la selección argentina y fue a ver a los Milito y a Ponzio. Después de un partido en el hotel cenando me miró a los ojos y me dijo con sinceridad que si en vez de brasileño hubiera nacido en Argentina habría jugado el Mundial de Alemania”. Palabras muy reveladoras las de un Pekerman que precisamente ese año no convocó a Diego Milito para el Mundial.
La historia de “la flecha” no solo se circunscribe a la temporada 2005-2006 y esa noche invernal en la que la llama del fútbol impidió sentir cualquier atisbo de frío en la grada. El siguiente año el Real Zaragoza, con Víctor Fernández a la cabeza, alcanzó la regularidad deseada en Liga. “Fue una temporada excelente. Tuve muchas lesiones en lo personal, pero el equipo funcionó muy bien y se clasificó para jugar una competición europea”.
Aunque una de las temporadas más especiales la palpó en Segunda División. Un acto de fe y compromiso que devolvió al club aragonés al lugar que merece en una sola campaña. Tuve una oferta muy importante de Stuttgart al que fui cedido. Cuando vuelvo dije que a pesar de que fuera Segunda División me quería quedar. Marqué 28 goles. Además fui uno de los capitanes del equipo y eso para mí fue muy importante”.
Manteniendo la charla es innegable apreciar con nostalgia y lástima una época mucho más dulce que la actual. En las que el Real Zaragoza intimidaba y en la que un descuido del descenso se arreglaba rápidamente con una temporada de vértigo. Ocho temporadas después el Real Zaragoza sigue en Segunda, y la única ilusión para los próximos meses pasa por permanecer una más en la categoría. “Sigo al Real Zaragoza desde la lejanía. El problema ha sido la pésima gestión de su expresidente, Agapito Iglesias, que arruinó al club. Fíjate que yo dejé el Real Zaragoza por este tema también. En Segunda División jugué toda la temporada sin cobrar un solo euro. Ese salario lo recibí varios años después…” reconoce Ewerthon.
“Tengo mucho cariño a Zaragoza. Normalmente antes de la pandemia solía ir una vez al año. Dejé muchos amigos y estaba muy agusto fuera del campo. Eso es lo más importante, porque el fútbol es en todos los lugares igual, pero tener una vida social feliz a veces es más complicado”. La afición del Real Zaragoza es como la brasileña, le gusta el fútbol bonito. Me encantó el apodo que me pusieron.
Retirado del fútbol desde hace años “la flecha” se ha tomado el descanso que merecía. Comenta partidos en una televisión brasileña y vive una vida tranquila y cercana a la familia. Reconoce que su corazón está dividido en tres partes. Corinthians, el club que le vio nacer, Borrussia Dortmund, donde aterrizó en el fútbol europeo y ganó una Bundesliga, y Real Zaragoza, hogar de nueves. Aunque pocos tan especiales y carismáticos como Ewerthon, capaz de brillar ante los grandes y de ponerse la capa de héroe para sacar al club del pozo.