El miedo al fracaso puede paralizar nuestras posibilidades de mejorar, pero si centramos nuestra atención en el proceso y no en el resultado, la palabra fracaso se diluye. Muchas veces no habremos conseguido el objetivo planteado, pero el camino hasta llegar a él habrá merecido la pena y sólo por eso ya habremos tenido éxito.
Como dice Roger Van Oech “La gente piensa que el éxito es lo opuesto al fracaso, pero la verdad es que ambos son partes del mismo proceso”
Todavía recuerdo la conversación que tuvimos; estábamos en el C1 del Ama Dablam a 5700m. Ese día habíamos subido algo de material hasta 6100m. Queríamos intentarlo, quemar el único cartucho que parecía que nos quedaba, pero nos estábamos dando cuenta de que no había opción. La ventana de buen tiempo era demasiado pequeña para intentar llegar a cumbre y bajar y finalizaban nuestros días de permiso en la montaña.
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Cuando llegara el próximo buen tiempo nosotros ya no estaríamos en el campo base. De hecho, así fue, gente con la que coincidimos intentando también esa montaña y con la que luego mantuvimos contacto lograron subir durante las siguientes semanas.
Visto desde fuera podemos decir que fracasamos en nuestra expedición del 2006 al Ama Dablam de 6856m, si nos atenemos sólo a los resultados, no hicimos cima; y sin cima no podemos hablar entonces de éxito.
Pero resumir de esta forma nuestra expedición se me antoja una manera simple y superficial de hacerlo.
Lo que vivimos durante ese mes y medio en Nepal, los 7 amigos que compartimos el proyecto, no merece bajo mi punto de vista esa descripción.
Aprendimos como montar y organizar un viaje de esas características, conocimos por primera vez un país increíble, tomamos decisiones como grupo superando desencuentros y reconciliando visiones, nos vimos funcionar individualmente y como grupo en una montaña relativamente alta y técnica, y lo que es más importante, convivimos entre amigos con la profundidad humana que se puede llegar a alcanzar en estas situaciones.
Mi recuerdo de ese viaje no es un recuerdo de fracaso, no; porque más importante fue el camino que recorrimos hasta ese día de la conversación en el C1, el proceso que nos llevó hasta ahí. Para mí, mereció la pena desde muchos puntos de vista.
Y de todas maneras, si aun a pesar de todo, queremos seguir manteniendo la idea de que la “Expedición Cachorros’06 al Ama Dablam” (así la llamamos) fracasó por no llegar a la cima, perfecto, puede afirmarse así también.
“El fracaso más grande es nunca haberlo intentado” proverbio chino
¿Y si por miedo a no ser capaces de llegar a la cima no nos hubiéramos planteado ni el proyecto? Hubiera sido una gran pena, como poco, hubiéramos visto reducido nuestro campo de experiencias en la montaña. Al año siguiente yo estaba yéndome a mi primer 8mil; seguramente no me hubiera planteado el nuevo reto si no hubiera vivido la experiencia del Ama Dablam.
Por otro lado el éxito o el fracaso son sólo resultados de una conducta o una decisión adecuada o inadecuada, correcta o incorrecta.
Nosotros erramos en las fechas en las que planteamos la expedición; acudimos a la montaña demasiado pronto para esa temporada otoñal y los coletazos del monzón eran aún fuertes, todavía no se había adueñado la estabilidad del tiempo metereológico. ¿Éramos nosotros por eso malos alpinistas? Una persona o alpinista es mucho más que sus conductas o decisiones erróneas; éstas no reflejan su valor como ser humano ni como deportista.
Lo que llamamos fracasos no es otra cosa que resultados y experiencias que no esperábamos. Y nos producen una sensación de pérdida profunda porque teníamos otras expectativas con respecto al resultado.
¿Qué pasaría si dejásemos de esperar ese resultado concreto? ¿Si dejásemos de enfocarnos en esa etapa final y nos centráramos en el camino que estamos creando hasta ella?
Cuando lo que importa es el recorrido, como ocurrió en nuestra expedición, el fracaso no existe.
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¿Cómo vamos a atrevernos a ser creativos, si cualquier idea nueva lleva implícita una parte de riesgo y por tanto puede resultar un “fracaso”?
Ese viaje a Nepal, al menos en mi caso, fue un viaje de exploración de mi misma; me permitió conocerme mejor como persona y me permitió saber cuáles eran mis puntos fuertes como miembro de un equipo y cuales mis debilidades, entre otras cosas.
Con ese proyecto nos atrevimos a probar, a probar y explorar.
Si en la vida como en la montaña asumimos los resultados inesperados como eso y nada más, como opciones diferentes para nuestra experiencia (que incluso pueden abrir nuevas posibilidades que ni habíamos contemplado), abrimos nuestra mente a un abanico más grande de oportunidades, que no únicamente a oportunidades de éxito o fracaso.
“No existe el fracaso, salvo cuando dejamos de esforzarnos” Jean-Paul Marat.